sábado, 3 de marzo de 2012

Marcos 9: 2 - 10 . Domingo. Y ni una (p.) gota de agua


EVANGELIO:


Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los lleva, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos,

y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo.

Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús.

Toma la palabra Pedro y dice a Jesús: «Rabbí, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías»;

- pues no sabía qué responder ya que estaban atemorizados -.

Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: «Este es mi Hijo amado, escuchadle.»

Y de pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos.

Y cuando bajaban del monte les ordenó que a nadie contasen lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.

Ellos observaron esta recomendación, discutiendo entre sí qué era eso de «resucitar de entre los muertos.»



EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:
   La fiesta de la transfiguración es una toque de atención, nos grita que es mejor vivir la vida sin miedo a perder, que estar muerto.
 El evangelio de hoy refleja muy bien lo que tiene que ser nuestra vida: ( cuatro momentos):
-          suben a la montaña: no es fácil, muchos se quedan en el llano mirando como otros suben, otros se rinden a media montaña, y sólo los decididos, aquellos que quieren encontrarse cara a cara con Dios: llegan a la cumbre.
-          Encuentro personal con Dios: es un encuentro personal, no hay ritos, no hay protocolos, no hay bendiciones, bulas, cartas pastorales,… simplemente hay unión de corazones.
-          Dios confía una misión; por medio de Jesús, el seguimiento de las bienaventuranzas.
-          Y el retorno a la tierra: no quedarnos parados, sino bajar a la tierra de todos los días, y aceptar la misión en el mundo. Los apóstoles quieren instalarse en el Tabor ( tenían miedo, querían quedarse en el llano, en lo fácil) pero el Tabor no es nada sin el calvario. Hay que aprender a luchar, y luego aprender que en la lucha no se afloja. Urge que bajemos de la montaña:
-          cómo vamos a ser capaz de dar misericordia, si nunca hemos ejercitado la compasión, si nunca hemos llorado con el amigo.
-          Cómo vamos a pasar por esta vida haciendo el bien; curando los dolores de los hermanos y llevando libertad a los oprimidos; si nuestra mano nunca ha temblado con el dolor del hermano.
-          Cómo vas a ser esperanza para el mundo, sino has conocido de cerca la amargura de los que viven crucificados.
-          Cómo vas amar, si jamás has estado enamorado, porque estás demasiado ocupado en abrazar la seguridad del amor propio.
 Eso es Evangelio…p´alante

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