lunes, 24 de abril de 2017


Lucas 24,13-35. domingo III Pascua. día 30 de abril



Evangelio
Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén.
En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido.
Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos.
Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran.
El les dijo: "¿Qué comentaban por el camino?". Ellos se detuvieron, con el semblante triste,
y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!".
"¿Qué cosa?", les preguntó. Ellos respondieron: "Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo,
y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron.
Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas.
Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro
y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo.
Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron".
Jesús les dijo: "¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas!
¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?"
Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él.
Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante.
Pero ellos le insistieron: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba". El entró y se quedó con ellos.
Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio.
Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista.
Y se decían: "¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?".
En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos,
y estos les dijeron: "Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!".
Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:

Si tuviera que resumir las lectura de hoy lo expresaría en estas tres ideas: Una queja; una catequesis, unos consejos.
"Nosotros esperábamos..."
Uno acaba por convencerse de que quizá en ese lamentable "esperábamos" más que una frustración de la esperanza hay y sigue habiendo una profunda desilusión, una autoconfesión de nuestro propio fracaso, de nuestra evasión.
Jesús a los discípulos de Emaus les da una catequesis de cómo evangelizar. Veámoslo porque se ha dicho que la evangelización es hoy la tarea primordial de la Iglesia. Interesa ver cómo lo hace Jesús.
Unos consejos para caminar...
-Déjate acompañar por quienes andando por el mismo camino permiten que se te aclare tu corazón.
Que la Palabra de Dios (la escrita y la vivida día a día en la vida) se adentre en ti e ilumine tu compromiso y te haga feliz
-Comparte con los hombres tu vida y tus bienes. Sé humano, hospitalario, comunica lo que tienes y eres. "¡Quédate!"
-Haz que la Eucaristía sea una verdadera comunidad de fe y de mesa.
-Termina rehaciendo el camino: es bueno reconocer los errores. Aprender del fracaso. Volver como testigo de esperanza a una comunidad que necesita del signo renovado que tú eres. Evangeliza como testigo de la Resurrección.
-. No caigas en la enorme tentación de cuadricular la Fe y la Esperanza. De hacer un Dios a tu imagen y semejanza. De manipular a nuestro antojo el Misterio. De escamotear farisaica y piadosamente la palabra de Jesús de Nazaret.
P´ADELANTE

TOMAMOS EL PULSO A LA REALIDAD:



NOTA MENTAL TRANSITORIA:

Dimite la condesita de Madrid entre lágrimas y al grito de: ME SIENTO ENGAÑADA Y TRAICIONADA. No puedo con tanta pena, a mi también me afloran las lágrimas pero de risa…. Condesita, tú  eres un engaño con patas y has llevado la bandera de la traición por montera.  Eres una vendedora de humo, y cuando te sientes acorralada pataleas, como única solución para los cínicos, mediocres y cobardes como tú. Eres una mala hierba, con una mala conciencia y una pésima historia.
Condensita de Madrid, tanta paz lleves como descanso dejas. Como no espero nada de los jueces y la justicia de este País de pandereta, lo único que pido es que pruebes de tu propia medicina.

POEMA AL POLÍTICO CORRUPTO

Simpático galán,
de fácil habla
sonrisa eterna
y gracia innata.

Cautivador de masas,
con estrategia plena.
Cazador de intenciones,
con falsas promesas.

Defensor a ultranza de derechos ajenos,
defensor a ultranza de la gran democracia.
Pacta con el diablo y con el angel,
con el vivo y con el muerto.
Pero con quien verdaderamente pacta,
es con Don puchero.

Sus intereses prevalecen,
su cargo innegociable,
su honor nunca en duda.
Un truhán con sonrisa,
lleno de intenciones
falso en sus convicciones.

Si puede en el anonimato se enriquece,
si puede hunde al oponente,
si puede mata al adversario.

Cuando le roza el escándalo,
su defensa a ultranza por bandera.
Siempre hábil en su inocencia,
siempre limpio,
sino para que...

Y así entre promesas y promesas,
pobre pueblo desdichado.
Asciende lo que puede,
su vida resuelve llena de cargos y algun que otro puchero,
que para eso,
ya hay corderos...

Un buen guiso de votos de cordero,
para poder llenar el puchero,
para ti mismo,
y nada para el pobre, pueblo.

Mande quien mande, cartucho en  el cañón.

domingo, 16 de abril de 2017


Juan 20,19-31. abril, día 23. Pasuca



Evangelio
Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con ustedes!".
Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.
Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes".
Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: "Reciban el Espíritu Santo.
Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan".
Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús.
Los otros discípulos le dijeron: "¡Hemos visto al Señor!". El les respondió: "Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré".
Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: "¡La paz esté con ustedes!".
Luego dijo a Tomás: "Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe".
Tomas respondió: "¡Señor mío y Dios mío!".
Jesús le dijo: "Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!".
Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro.
Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.


EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:


Lo malo del miedo es que inmoviliza. El que tiene miedo ya nace derrotado, no es fácil. El que tiene miedo afloja en la batalla, ya no es posible la victoria. Se pierde la ocasión de vivir.
Tomás es signo de nuestras contradicciones, dudas, huidas, desesperanzas y vueltas... Tomás aparece en el Evangelio siempre como un tío echaó p´alante... un tío con mucho poderío y valentía. Es testigo del resucitado, se habla sólo de las dudas de Tomás, cuando probablemente sea el que menos dudas tenía., más bien es el que no se deja arrastrar por triunfos parciales, por falsas ilusiones, por lo de siempre, por las corrientes en boga, por los que aplauden.
            Tomás sabe que sólo se reconocerá a Jesús, donde dos o tres se reunan en su nombre, nunca aislados y enfrentados. Tomás no ve a Jesús porque se había aislado. Para ver a Jesús hay que unirse a los hermanos.
Nadie se apunta a un ejército en retirada. P´alante

POR SI APETECE ORAR.


Jesús amigo, danos el coraje de resucitar cada día,
A resucitar juntos, a leer el Evangelio
De un modo vital.
Danos la alegría del amor verdadero,
Ese que perdona sin condiciones,
Ese que nos permite acercarnos al prójimo,
Sin otra pretensión que echarle una mano
Con las llagas de la vida.
Hay lágrimas, detrás de muchos ojos
Aparentemente risueños,
Hay muchas vidas que aparentemente sufren vértigo,
De soledad, heridas que no dejan sitio a la esperanza.
Enséñanos Jesús, como resucitados, a darnos antes de que nos
Lo pidan,  y lanzarnos a la misión salvadora,
Solamente entonces seremos luz.


TOMAMOS EL PULSO A LA REALIDAD:



NOTA MENTAL TRANSITORIA:

Tomahawk 

Los niños sirios que hacen llorar a Ivaka Trump,  imágenes que indignaron a la rubia de bote con unas gafas de sol ( que su precio valía para alimentar a una población entera de niños sirios),  y tuvieron como conclusión que les mandara su papito un mensaje de resurrección ( por cierto desde Rota-España-) escrito en 59 misiles, los inocentes niños que murieron en el combate los califican de daños colaterales. El problema de la guerra es que es rentable económicamente y si la televisan …. Además es un reality morboso con audiencia. Mierda de dirigentes de un mundo caótico y maloliente.
Ahora el Coreano, el ruso, el Iraní…. También quieren su parte del negocio y de la foto. Que los que matan se mueran de miedo.

Que sea Bertolt Brecht, desde su poema Contra la seducción quien despida estas reflexiones, floridas y pascuales:



No os dejéis seducir:
no hay retorno alguno.
El día está a las puertas,
hay ya viento nocturno:
no vendrá otra mañana.
No os dejéis engañar
con que la vida es poco.
Bebedla a grandes tragos
porque no os bastará
cuando hayáis de perderla.

No os dejéis consolar.
Vuestro tiempo no es mucho.
El lodo, a los podridos.
La vida es lo más grande:
perderla es perder todo.

Permanezcamos en el camino y si podemos: ¡atrevámonos!
¡Siquiera demos el primer paso!
Y mantengámonos hasta dar el otro, hasta llegar adonde debemos: hasta el rostro del otro ser humano, que nos aguarda.
¡Que nos precisa!


Mande quien mande, cartucho en el cañón.


domingo, 2 de abril de 2017


Mateo 26,14-75.27,1-66. DOMINGO DE RAMOS



Evangelio
Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes
y les dijo: "¿Cuánto me darán si se lo entrego?". Y resolvieron darle treinta monedas de plata.
Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo.
El primer día de los Acimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: "¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?".
El respondió: "Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: 'El Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos'".
Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua.
Al atardecer, estaba a la mesa con los Doce
y, mientras comían, Jesús les dijo: "Les aseguro que uno de ustedes me entregará".
Profundamente apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno: "¿Seré yo, Señor?".
El respondió: "El que acaba de servirse de la misma fuente que yo, ese me va a entregar.
El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!".
Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó: "¿Seré yo, Maestro?". "Tú lo has dicho", le respondió Jesús.
Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen y coman, esto es mi Cuerpo".
Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, diciendo: "Beban todos de ella,
porque esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos para la remisión de los pecados.
Les aseguro que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el Reino de mi Padre".
Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos.
Entonces Jesús les dijo: "Esta misma noche, ustedes se van a escandalizar a causa de mí. Porque dice la Escritura: Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño.
Pero después que yo resucite, iré antes que ustedes a Galilea".
Pedro, tomando la palabra, le dijo: "Aunque todos se escandalicen por tu causa, yo no me escandalizaré jamás".
Jesús le respondió: "Te aseguro que esta misma noche, antes que cante el gallo, me habrás negado tres veces".
Pedro le dijo: "Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré". Y todos los discípulos dijeron lo mismo.
Cuando Jesús llegó con sus discípulos a una propiedad llamada Getsemaní, les dijo: "Quédense aquí, mientras yo voy allí a orar".
Y llevando con él a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse.
Entonces les dijo: "Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí, velando conmigo".
Y adelantándose un poco, cayó con el rostro en tierra, orando así: "Padre mío, si es posible, que pase lejos de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya".
Después volvió junto a sus discípulos y los encontró durmiendo. Jesús dijo a Pedro: "¿Es posible que no hayan podido quedarse despiertos conmigo, ni siquiera una hora?
Estén prevenidos y oren para no caer en la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil".
Se alejó por segunda vez y suplicó: "Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, que se haga tu voluntad".
Al regresar los encontró otra vez durmiendo, porque sus ojos se cerraban de sueño.
Nuevamente se alejó de ellos y oró por tercera vez, repitiendo las mismas palabras.
Luego volvió junto a sus discípulos y les dijo: "Ahora pueden dormir y descansar: ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores.
¡Levántense! ¡Vamos! Ya se acerca el que me va a entregar".
Jesús estaba hablando todavía, cuando llegó Judas, uno de los Doce, acompañado de una multitud con espadas y palos, enviada por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo.
El traidor les había dado esta señal: "Es aquel a quien voy a besar. Deténganlo".
Inmediatamente se acercó a Jesús, diciéndole: "Salud, Maestro", y lo besó.
Jesús le dijo: "Amigo, ¡cumple tu cometido!". Entonces se abalanzaron sobre él y lo detuvieron.
Uno de los que estaban con Jesús sacó su espada e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja.
Jesús le dijo: "Guarda tu espada, porque el que a hierro mata a hierro muere.
¿O piensas que no puedo recurrir a mi Padre? El pondría inmediatamente a mi disposición más de doce legiones de ángeles.
Pero entonces, ¿cómo se cumplirían las Escrituras, según las cuales debe suceder así?".
Y en ese momento dijo Jesús a la multitud: "¿Soy acaso un ladrón, para que salgan a arrestarme con espadas y palos? Todos los días me sentaba a enseñar en el Templo, y ustedes no me detuvieron".
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.
Los que habían arrestado a Jesús lo condujeron a la casa del Sumo Sacerdote Caifás, donde se habían reunido los escribas y los ancianos.
Pedro lo seguía de lejos hasta el palacio del Sumo Sacerdote; entró y se sentó con los servidores, para ver cómo terminaba todo.
Los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban un falso testimonio contra Jesús para poder condenarlo a muerte;
pero no lo encontraron, a pesar de haberse presentado numerosos testigos falsos. Finalmente, se presentaron dos
que declararon: "Este hombre dijo: 'Yo puedo destruir el Templo de Dios y reconstruirlo en tres días'".
El Sumo Sacerdote, poniéndose de pie, dijo a Jesús: "¿No respondes nada? ¿Qué es lo que estos declaran contra ti?".
Pero Jesús callaba. El Sumo Sacerdote insistió: "Te conjuro por el Dios vivo a que me digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios".
Jesús le respondió: "Tú lo has dicho. Además, les aseguro que de ahora en adelante verán al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir sobre las nubes del cielo".
Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: "Ha blasfemado, ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes acaban de oír la blasfemia.
¿Qué les parece?". Ellos respondieron: "Merece la muerte".
Luego lo escupieron en la cara y lo abofetearon. Otros lo golpeaban,
diciéndole: "Tú, que eres el Mesías, profetiza, dinos quién te golpeó".
Mientras tanto, Pedro estaba sentado afuera, en el patio. Una sirvienta se acercó y le dijo: "Tú también estabas con Jesús, el Galileo".
Pero él lo negó delante de todos, diciendo: "No sé lo que quieres decir".
Al retirarse hacia la puerta, lo vio otra sirvienta y dijo a los que estaban allí: "Este es uno de los que acompañaban a Jesús, el Nazareno".
Y nuevamente Pedro negó con juramento: "Yo no conozco a ese hombre".
Un poco más tarde, los que estaban allí se acercaron a Pedro y le dijeron: "Seguro que tú también eres uno de ellos; hasta tu acento te traiciona".
Entonces Pedro se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre. En seguida cantó el gallo,
y Pedro recordó las palabras que Jesús había dicho: "Antes que cante el gallo, me negarás tres veces". Y saliendo, lloró amargamente.
Cuando amaneció, todos los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo deliberaron sobre la manera de hacer ejecutar a Jesús.
Después de haberlo atado, lo llevaron ante Pilato, el gobernador, y se lo entregaron.
Judas, el que lo entregó, viendo que Jesús había sido condenado, lleno de remordimiento, devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos,
diciendo: "He pecado, entregando sangre inocente". Ellos respondieron: "¿Qué nos importa? Es asunto tuyo".
Entonces él, arrojando las monedas en el Templo, salió y se ahorcó.
Los sumos sacerdotes, juntando el dinero, dijeron: "No está permitido ponerlo en el tesoro, porque es precio de sangre".
Después de deliberar, compraron con él un campo, llamado "del alfarero", para sepultar a los extranjeros.
Por esta razón se lo llama hasta el día de hoy "Campo de sangre".
Así se cumplió lo anunciado por el profeta Jeremías: Y ellos recogieron las treinta monedas de plata, cantidad en que fue tasado aquel a quien pusieron precio los israelitas.
Con el dinero se compró el "Campo del alfarero", como el Señor me lo había ordenado.
Jesús compareció ante el gobernador, y este le preguntó: "¿Tú eres el rey de los judíos?". El respondió: "Tú lo dices".
Al ser acusado por los sumos sacerdotes y los ancianos, no respondió nada.
Pilato le dijo: "¿No oyes todo lo que declaran contra ti?".
Jesús no respondió a ninguna de sus preguntas, y esto dejó muy admirado al gobernador.
En cada Fiesta, el gobernador acostumbraba a poner en libertad a un preso, a elección del pueblo.
Había entonces uno famoso, llamado Barrabás.
Pilato preguntó al pueblo que estaba reunido: "¿A quién quieren que ponga en libertad, a Barrabás o a Jesús, llamado el Mesías?".
El sabía bien que lo habían entregado por envidia.
Mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir: "No te mezcles en el asunto de ese justo, porque hoy, por su causa, tuve un sueño que me hizo sufrir mucho".
Mientras tanto, los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la multitud que pidiera la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús.
Tomando de nuevo la palabra, el gobernador les preguntó: "¿A cuál de los dos quieren que ponga en libertad?". Ellos respondieron: "A Barrabás".
Pilato continuó: "¿Y qué haré con Jesús, llamado el Mesías?". Todos respondieron: "¡Que sea crucificado!".
El insistió: "¿Qué mal ha hecho?". Pero ellos gritaban cada vez más fuerte: "¡Que sea crucificado!".
Al ver que no se llegaba a nada, sino que aumentaba el tumulto, Pilato hizo traer agua y se lavó las manos delante de la multitud, diciendo: "Yo soy inocente de esta sangre. Es asunto de ustedes".
Y todo el pueblo respondió: "Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos".
Entonces, Pilato puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado.
Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron a toda la guardia alrededor de él.
Entonces lo desvistieron y le pusieron un manto rojo.
Luego tejieron una corona de espinas y la colocaron sobre su cabeza, pusieron una caña en su mano derecha y, doblando la rodilla delante de él, se burlaban, diciendo: "Salud, rey de los judíos".
Y escupiéndolo, le quitaron la caña y con ella le golpeaban la cabeza.
Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron de nuevo sus vestiduras y lo llevaron a crucificar.
Al salir, se encontraron con un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo obligaron a llevar la cruz.
Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota, que significa "lugar del Cráneo",
le dieron de beber vino con hiel. El lo probó, pero no quiso tomarlo.
Después de crucificarlo, los soldados sortearon sus vestiduras y se las repartieron;
y sentándose allí, se quedaron para custodiarlo.
Colocaron sobre su cabeza una inscripción con el motivo de su condena: "Este es Jesús, el rey de los judíos".
Al mismo tiempo, fueron crucificados con él dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda.

Los que pasaban, lo insultaban y, moviendo la cabeza,
decían: "Tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!".
De la misma manera, los sumos sacerdotes, junto con los escribas y los ancianos, se burlaban, diciendo:
"¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo! Es rey de Israel: que baje ahora de la cruz y creeremos en él.
Ha confiado en Dios; que él lo libre ahora si lo ama, ya que él dijo: "Yo soy Hijo de Dios".
También lo insultaban los ladrones crucificados con él.
Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, las tinieblas cubrieron toda la región.
Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó en alta voz: "Elí, Elí, lemá sabactani", que significa: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?".
Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron: "Está llamando a Elías".
En seguida, uno de ellos corrió a tomar una esponja, la empapó en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña, le dio de beber.
Pero los otros le decían: "Espera, veamos si Elías viene a salvarlo".
Entonces Jesús, clamando otra vez con voz potente, entregó su espíritu.
Inmediatamente, el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo, la tierra tembló, las rocas se partieron
y las tumbas se abrieron. Muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron
y, saliendo de las tumbas después que Jesús resucitó, entraron en la Ciudad santa y se aparecieron a mucha gente.
El centurión y los hombres que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y todo lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron: "¡Verdaderamente, este era el Hijo de Dios!".
Había allí muchas mujeres que miraban de lejos: eran las mismas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirlo.
Entre ellas estaban María Magdalena, María -la madre de Santiago y de José- y la madre de los hijos de Zebedeo.
Al atardecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había hecho discípulo de Jesús,
y fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato ordenó que se lo entregaran.
Entonces José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia
y lo depositó en un sepulcro nuevo que se había hecho cavar en la roca. Después hizo rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, y se fue.
María Magdalena y la otra María estaban sentadas frente al sepulcro.
A la mañana siguiente, es decir, después del día de la Preparación, los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron y se presentaron ante Pilato,
diciéndole: "Señor, nosotros nos hemos acordado de que ese impostor, cuando aún vivía, dijo: 'A los tres días resucitaré'.
Ordena que el sepulcro sea custodiado hasta el tercer día, no sea que sus discípulos roben el cuerpo y luego digan al pueblo: '¡Ha resucitado!'. Este último engaño sería peor que el primero".
Pilato les respondió: "Ahí tienen la guardia, vayan y aseguren la vigilancia como lo crean conveniente".
Ellos fueron y aseguraron la vigilancia del sepulcro, sellando la piedra y dejando allí la guardia.

EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO , ES PURA DINAMITA:

La pasión es de ayer y de siempre, los personajes siguen siendo los mismos:
Pedro: “ no conozco a ese hombre que decís”, cada uno de nosotros podemos ser Pedro, si dejamos que el miedo nos paralice, o traicionemos a un amigo, o nos quiten la fuerza para seguir creyendo en la utopía, en nuestros ideales más profundos.
Judas: “ uno de vosotros me va a entregar; uno que está comiendo conmigo”. Si ves que el dinero pesa demasiado en tu vida, o te hace perder el sueño, o la cabeza, o incluso es más fuerte que el amor.

Pueblo: “ Crucifícalo”. Si dejas que el poderoso de turno te haga cambiar de ideas, si gritas un domingo: Hosana a Dios y el viernes; cricifícalo...
Pilato: si has probado el sabor del poder y el éxito, si has vendido tu vida y tu corazón, si has caído en el soborno, y te has lavado las mano, dejando que pierda el inocente, sólo porque es más débil.

Simón de Cirene: puedes arrimar el hombre todos los días, para hacer menos pesada la carga del que sufre. Y te das cuenta de pronto que es Cristo a quien estás ayudando a llevar su cruz.

Verónica: limpias el sudor de un enfermo, de un amigo, o acompañas en la soledad de un anciano,. La verónica rompió el cerco de los mirones, de los que no mueven el brazo para ayudar y se encontró con el rostro de Cristo.

Los que golpean, o burlan, los que condenan: en la pasión de nuestra historia, este parece ser últimamente el personaje preferido, el que más gente escoge para su papel diario.

María y Juan: junto a la cruz, este es el personaje imprescindible, solidario con el débil, esperanza con el crucificado, libertad con el injustamente condenado, hospitalario con el expulsado de su tierra, generoso con el pobre.

Y lo grave de este asunto, es que la pasión se repite, y que tenemos que escoger un papel. No podemos ser espectadores. No hay otra opción: o con ÉL o contra El.
La pasión sigue su curso, no ha acabado, en este mundo tenemos que vivir, la pasión de Cristo se escribe en presente, sigue sufriendo; y sólo hay un camino; o con el o contra él. P´alante

TOMAMOS EL PULSO A LA REALIDAD:



PARA ORAR:

Jesús, queremos ser de aquellos que escuchan el silencioso clamor de los sin voz,
De los que no permanecen de brazos cruzados, mientras otros los mantienen en cruz,
Alguien nos grita; los expulsados, los excluidos, los explotados, los perseguidos, los pateados, los crucificados, en cruces:
cruces en forma de calumnia, de contagio, de aislamiento, cruces de silencio, cruces de dinero, y de placer, de envidia y de fama...
cruces de temporada, de moda, de prestigio, cruces de funeral, de hambre, de enfermedad, cruces de campañas, de traición, de crítica, de denuncia, cruces de madera y cruces de amenazas.
Sólo hay una cruz con la que debo y puedo cargar; la del que procura que el otro no tenga cruz, la del que ayuda al otro, a llevar su cruz. La del que se mortifica, para no mortificar al que sufre, sencillamente porque ama... esa es la cruz de Jesús.

NOTA MENTAL TRANSITORIA:


2017 AÑOS DE SEMANA SANTA….  Y nunca se celebró tan descafeinada,  no queda casi nada de autenticidad en una celebración que se cierra en la mesa camilla de grupúsculos y (…), poco más.  
La lista de invitados a la cena de Jesús siempre ha sido abierta, no hay lugares prefijados, partir el pan siempre es una oficio con plazas disponibles, aquí no hay paro. Decirse cristiano y celebrar la pasión de Cristo y no creer en la vida para todos, es una patraña farisaica sin sentido. En la mesa de Jesús caben todos, empezando por los pecadores.
Son los cristianos los primeros que escurren el bulto, tenemos un compromiso con la pasión y con la cruz.  El pueblo se sigue dividiendo en oprimidos y opresores, y , desgraciadamente,  cuando el mensaje del evangelio se silencia, crece la opresión de una clase dominadora que vive de la autoridad, la mentira y el sufrimiento de otros.
Pasaremos a la historia como la generación de los muertos vivientes. No tenemos huevos para nada, somos mediocres y borregos, que nos aburguesamos con facilidad. La lucha es una palabra olvidada en el diccionario de un cristianismo que agoniza. Se nos ha olvidado resucitar, y ese es el mensaje central de estos días.
No ha cambiado mucho el panorama desde los tiempos de Pilato y Barrabás, chantajes, mentiras, opresión contra opresión, terror de los ricos contra los pobres, funcionarios corruptos, políticos, reyes y monarcas que alimentan el terror en sus pueblos, esclavos, muros, rencores y sangre. Se mezclan las mentiras con la hipocresía de quienes las cuentan como la gran verdad. Mal nos va porque estamos muertos y es que no hemos entendido nada,…….  el mensaje sigue siendo el mismo: ESTAMOS AMENAZADOS DE RESURRECCIÓN.

 Nos vemos...  a la vuelta.
Mande quien mande , cartucho en el cañón.