lunes, 16 de abril de 2018

Juan 10,11-18. IV de Pascua. 22 de abril


Evangelio
Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas.
El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa.
Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas.
Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí
-como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor.
El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla.
Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre".

EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:

El buen Pastor no es un legislador exigente, busca el bien de sus ovejas, da la vida por ellas. No entra al rebaño para robar, condenar, acusar, matar, imponer, mandar, aprovecharse... de las ovejas, ni de su oficio de pastor. Por eso en la Iglesia de hoy, sin olvidar que estamos en tiempos de cónclave, esperando la elección de un nuevo Papa, la Iglesia necesita un pastor y no un legislador. Hoy, como en tiempos de Jesús, en la Iglesia hay Jerarcas, doctores, devotos, sacerdotes, Escribas, fariseos, doctores, hombres de religión... ¿ pero hay pastores? ¿ hay testigos? Necesitamos testigos que contagien el verdadero rostro de Dios.                               
¿ Qué diferencia hay entre los pastores y los legisladores?                                                                                 La diferencia es: que los primeros se sitúan dentro de la Iglesia en medio de su pedestal de poder y sólo piensan en servirse ellos, los otros  miran al rebaño con amor y se dedican a servir. Necesitamos pastores, un pastor, que escuche al pueblo y el pueblo escuche a su pastor, que cree comunión, que nos saque de los sepulcros ya que creemos y soñamos con la resurrección, que podamos compartir con libertad en el mundo la palabra y el pan, sin ser cómplices de estructuras militares o económicas que sabemos asesinan a millones de personas cada año, una Iglesia de hermanos, donde nadie se sienta marginado o inferior, un rebaño donde se atienda a las ovejas menos favorecidas, donde no existe gente superior ni en títulos, ni en prestigio, En el Evangelio no salen títulos que nosotros usamos normalmente: excelentísimo, monseñor, reverendísimo, eminencia, doctor, sumo pontífice, ... el único título que sale es el de pastor, y un pastor con bondad, eso necesitamos para volver al Evangelio. No podemos ser una Iglesia que se relacione con suma facilidad con los poderes políticos y económicos pero, tristemente, tenga dificultades  para acercarse a los pobres, marginados, a los que no cuentan dentro del mundo. Los pobres deben marcar las decisiones de la Iglesia, son la voz del Evangelio.
Un brindis sincero por los buenos pastores. P´alante

POR SI APETECE ORAR:
ANDAR EN BICI CON DIOS

Al principio veía a Dios como el que me observaba, como un juez que llevaba cuenta de lo que hacía mal,  como para ver si merecía el cielo o el infierno cuando muriera.  Era como un presidente, reconocía su foto cuando la veía, pero realmente no lo conocía.

Pero luego reconocí a mi Poder Superior, parecía como si la vida fuera un viaje en bicicleta, pero era una bici de dos, y noté que Dios viajaba atrás y me ayudaba a pedalear.

No sé cuando sucedió, no me di cuenta cuando fue que El sugirió que cambiáramos lugares, pero mi vida no ha sido la misma desde entonces... mi vida con Dios es muy emocionante.

Cuando yo tenía el control, yo sabía a donde iba. Era un tanto aburrido pero predecible. Era la distancia más corta entre dos puntos. Pero cuando El tomó el liderazgo, El conocía otros caminos, caminos diferentes, hermosos, por las montañas, a través de lugares con paisajes,  velocidades increíbles.  Lo único que podía hacer era sostenerme, aunque pareciera una locura El solo me decía
¡¡Pedalea!!.

Me preocupaba y ansiosamente le preguntaba, 
"¿A donde me llevas?"  El solo sonreía y no me contestaba, así que comencé a confiar en El.

Me olvidé de mi aburrida vida y comencé una aventura,  y cuando yo decía "estoy asustado", El se inclinaba un poco para atrás y tocaba mi mano.

El me llevó a conocer gente con dones, dones de santidad y aceptación, de gozo. Ellos me dieron esos dones para llevarlos en mi viaje. Nuestro viaje, de Dios y mío.

Y allá íbamos otra vez. El me dijo
 "Comparte estos dones, dalos a la gente, son sobrepeso, mucho peso extra."
Y así lo hice, a la gente que conocimos, encontré que en el dar yo recibía y mi carga era ligera.

No confié mucho en El al principio,  en darle control de mi vida. Pensé que la echaría a perder, pero El conocía cosas que yo no acerca de andar en bici, secretos.

El sabía como doblar para dar vueltas cerradas,  brincar para librar obstáculos llenos de piedras, inclusive volar para evitar horribles caminos.

Y ahora estoy aprendiendo a callar y pedalear por los más extraños lugares, y estoy aprendiendo a disfrutar de la vista y de la suave brisa en mi cara y sobre todo de la increíble y deliciosa compañía de mi Dios.

Y cuando estoy seguro de que ya no puedo más, El solo sonríe y me dice…
¡¡ PEDALEA!!

TOMAMOS EL PULSO A LA REALIDAD:


NOTA MENTAL TRANSITORIA:

                                            UN “PEDO” ES MÁS ELOCUENTE QUE EL DISCURSO DE CUALQUIER POLÍTICO ESPAÑOL  ACTUAL…..

MANDE QUIEN MANDE, CARTUCHO EN EL CAÑÓN.                             
 



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