lunes, 19 de febrero de 2018

Marcos 9,2-10. II de cuaresma. 25 de febrero

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Evangelio
Seis días después, Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos.
Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas.
Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Pedro dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías".
Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor.
Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: "Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo".
De pronto miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos.
Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
Ellos cumplieron esta orden, pero se preguntaban qué significaría "resucitar de entre los muertos".

EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:

El evangelio de hoy refleja muy bien lo que tiene que ser nuestra vida: ( cuatro momentos):
-          suben a la montaña: no es fácil, muchos se quedan en el llano mirando como otros suben, otros se rinden a media montaña, y sólo los decididos, aquellos que quieren encontrarse cara a cara con Dios: llegan a la cumbre.
-          Encuentro personal con Dios: es un encuentro personal, no hay ritos, no hay protocolos, simplemente hay unión de corazones.
-          Dios confía una misión; por medio de Jesús, el seguimiento del Hijo amado.
-          Y el retorno a la tierra: no quedarnos parados, sino bajar a la tierra de todos los días, y aceptar la misión en el mundo. Los apóstoles quieren instalarse en el Tabor ( tenían miedo, querían quedarse en el llano, en lo fácil) pero el Tabor no es nada sin el calvario.
Urge que bajemos de la montaña:
-          cómo vamos a ser capaz de dar misericordia, si nunca hemos ejercitado la compasión, si nunca hemos llorado con el amigo.
-          Cómo vamos a pasar por esta vida haciendo el bien; curando los dolores de los hermanos y llevando libertad a los oprimidos; si nuestra mano nunca ha temblado con el dolor del hermano.
-          Cómo vas a ser esperanza para el mundo, sino has conocido de cerca la amargura de los que viven crucificados.
-          Cómo vas amar, si jamás has estado enamorado, porque estás demasiado ocupado en abrazar la seguridad del amor propio.
P´alante

POR SI APETECE ORAR:
Jesús, nos compadecemos de la gente
Cuyos rostros no conocemos, nosotros,
Rostros que lloran sobre ataúdes,
Rostros que miran a través de barrotes,
Rostros de niños inocentes en peligro,
Rostros ancianos amasados por la paciencia.

Líbranos del orgullo de haber triunfado en la vida,
Para que no inclinemos hacia aquellos
Que nos imploran en su necesidad.
Líbranos de preocuparnos de nosotros mismos,
Para que nos ocupemos de nuestros prójimos lejanos y cercanos.

Despierta nuestra amabilidad,
Ábrenos al gran círculo de la humanidad.
No dejes que  nos quedemos en el placentero tabor
Abandonando el calvario de los que  lloran a nuestro lado.
Y con todos aquellos que bajaron de la montaña y se comprometieron con su vida.

TOMAMOS EL PULSO A LA REALIDAD:


NOTA MENTAL TRANSITORIA:
EL BUSCADOR, un cuento de Jorge Bucay
Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como buscador. Un buscador es alguien que busca. No necesariamente es alguien que encuentra. Tampoco es alguien que sabe lo que está buscando. Es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.
Un día nuestro Buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Él había aprendido a hacer caso riguroso a esas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así que dejó todo y partió. Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos, divisó Kammir a lo lejos, pero un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadoras. Estaba rodeaba por completo por una especie de valla pequeña de madera lustrada, y una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar.
El Buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como por azar entre los árboles. Dejó que sus ojos, que eran los de un buscador, pasearan por el lugar… y quizá por eso descubrió, sobre una de las piedras, aquella inscripción? Abedul Tare, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días? Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra. Era una lápida, y sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar?
Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Al acercarse a leerla, descifró: Lamar Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas. El buscador se sintió terriblemente conmocionado. Este hermoso lugar era un cementerio y cada piedra una lápida. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto, pero lo que lo contactó con el espanto, fue comprobar que, el que más tiempo había vivido, apenas sobrepasaba 11 años. Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar.
El cuidador del cementerio pasaba por ahí y se acercó, lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.
– No, ningún familiar? dijo el buscador – Pero… ¿qué pasa con este pueblo? ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que lo ha obligado a construir un cementerio de niños?
El anciano cuidador sonrió y dijo:
“Puede usted serenarse, no hay tal maldición, lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré… Cuando un joven cumple quince años, sus padres le regalan una libreta, como ésta que tengo aquí, colgando del cuello, y es tradición entre nosotros que, a partir de entonces, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abra la libreta y anote en ella: a la izquierda, qué fue lo disfrutado, a la derecha, cuánto tiempo duró ese gozo. ¿Conoció a su novia y se enamoró de ella? ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semana, dos? ¿Tres semanas y media? ¿Y después?, la emoción del primer beso, ¿cuánto duró? ¿El minuto y medio del beso? ¿Dos días? ¿Una semana?
¿Y el embarazo o el nacimiento del primer hijo? ¿Y el casamiento de los amigos? ¿Y el viaje más deseado? ¿Y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano? ¿Cuánto duró el disfrutar de estas situaciones?, ¿horas?, ¿días?
Así vamos anotando en la libreta cada momento, cada gozo, cada sentimiento pleno e intenso… Y cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba. Porque ése es, para nosotros, el único y verdadero tiempo vivido.”

MANDE QUIEN MANDE, CARTUCHO EN EL CAÑÓN.
 

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