jueves, 1 de julio de 2010

MES DE JULIO. CON VOSOTROS...

LA FUSCA DE LA VIDA QUIERE COMPARTIR LA REFLEXIÓN DEL EVANGELIO A QUEMARROPA DE LOS DOMINGOS DEL TIEMPO ORDINARIO PERTENECIENTES A TODO EL MES DE JULIO, ESPERO QUE NOS SIRVA PARA VIVIR Y ENTREGARNOS SIN CONDICIONES AL SERVICIO DE LOS MÁS NECESITADOS.
OS DESEAMOS A TODOS LA MAYOR FELICIDAD Y AQUELLOS QUE DISFRUTEN DE VACACIONES, FELIZ DESCANSO.
UNIDOS EN EL ÚNICO CAMINO QUE MERECE LA PENA: EL EVANGELIO. ESTAMOS JUNTOS, P´ALANTE

Una Señora de setenta y cinco años coge un tazón y le pide al camarero que se lo llene de caldo. A continuación se sienta en una de las mesas del local. Pero, apenas sentada, se da cuenta de que se le ha olvidado el pan. Entonces se levanta. Se dirige a coger un bollo para comerlo con el caldo y vuelve a su sitio.

¡sorpresa! Delante del tazón de caldo se encuentra sin inmutarse un hombre de color, un “negro”, que está comiendo tranquilamente.
“¡ Esto es el colmo!”, piensa la Señora, “ ¡ pero no me dejaré robar!”. Dicho y hecho, se sienta al lado del negro. Parte el bollo en pedazos, los mete en el tazón que está delante del negro y coloca la cuchara en el recipiente.

El negro complaciente, sonríe. Toman una cucharada cada uno hasta terminar la sopa. Todo ello en silencio. Terminada la sopa, el hombre de color se levanta, se acerca a la barra y vuelve poco a poco con un abundante plato de spaghetti y....... dos tenedores. Comen los dos del mismo plato, en silencio, turnándose. Al final se van. ¡ hasta la vista!, saluda la mujer. ¡ hasta la vista! Responde el hombre, reflejando una sonrisa en sus ojos. Parece satisfecho por haber realizado una buena acción, se aleja.

La mujer le sigue con la mirada. Una vez vencido el estupor busca con su mano el bolso que había colgado en el respaldo de la silla. Pero, ¡ sorpresa! El bolso ha desaparecido. Entonces......... el negro.......... iba a gritar: ¡ Al ladrón!, cuando ojeando a su alrededor ve su bolso colgado de una silla dos mesas más atrás de donde estaba ella, y sobre la mesa una bandeja con un tazón de caldo ya frío.

Inmediatamente se da cuenta de lo sucedido. No ha sido el africano el que ha comido de su sopa. Ha sido ella quien, equivocándose de mesa, ha comido como una gran señora a costa del africano.

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