miércoles, 17 de marzo de 2010

Juan 8: 1 - 11 . Domingo V de cuaresma.21 de marzo

EVANGELIO:
Mas Jesús se fue al monte de los Olivos.
Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles.
Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio
y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.
Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?»
Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acuasarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra.
Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.»
E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra.
Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio.
Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?»
Ella respondió: «Nadie, Señor.» Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.»
EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:
“personas nuevas”, gran mensaje; convertirse en personas nuevas. Dejar de vivir de nostalgias, de recordar lo antaño, no penséis en lo pasado, ahora toca ser gente renovada.
Cuando un Evangelio así cae en mis manos… el corazón te da un vuelco y los ojos se ponen como platos en la órbita nazarena que nos mueve cada día.
La escena es para pensarla: letrados y fariseos – Cristo en medio- la mujer adúltera. Lo viejo – lo nuevo- la persona invitada al cambio. Mayor pecado que el de la mujer es el de la intolerancia de fariseos y letrados. La ley que juzga sin compasión, condena sin dar oportunidad, destruye sin posibilidad de regeneración, no es la ley del evangelio. Nada tiene que ver con Jesús. QUE LOS QUE JUZGAN SE CONDENEN DE MIEDO.
- Ninguno de nosotros tiene licencia para condenar a nadie. Lo pongo con mayúsculas; ninguno tiene licencia para condenar a nadie. Por una razón muy sencilla: porque todos somos pecadores. Ninguno de nosotros está sin pecado; y ninguno puede arrojar la primera piedra condenatoria. – habría que recordárselo a algunas personas que con frecuencia ejercen el papel de Dios, incluidos algunas personas de Iglesia, o sacerdotes – yo intento recordármelo con frecuencia- e incluso a algunos obispos en sus homilías-Y lo triste es que parece que con demasiada frecuencia tenemos el pedrusco de la mano, y estamos deseando de lanzarlo sobre quien se mueva primero.
- La segunda es que la voluntad de Dios no es condenar al hombre pecador, sino salvarlo. Y esa era la misión de Jesús de Nazareth; buscar al que se perdió para llevarlo a la vida de Dios. Por eso dice: “ tampoco yo te condeno”, en adelante: “ no peques más”. Lo que importa es el presente, el ahora. El perdón de Dios es vida, no muerte.
Me quedo con la mirada, - la mirada de Jesús- algunas miradas enamoran hasta tal punto que perdonan y abrazan, porque aman:
No necesitaba piedras sino una mirada amiga. Aquella mujer podía seguir caminando porque una mirada limpia y auténtica no la rechazo. ¡¡¡¡ ME ENCANTA!!!! P´alante pues….

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