EVANGELIO
Desde allí, Jesús llegó a orillas
del mar de Galilea y, subiendo a la montaña, se sentó.
Una gran multitud acudió a él,
llevando paralíticos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos. Los
pusieron a sus pies y él los curó.
La multitud se admiraba al ver
que los mudos hablaban, los inválidos quedaban curados, los paralíticos
caminaban y los ciegos recobraban la vista. Y todos glorificaban al Dios de
Israel.
Entonces Jesús llamó a sus
discípulos y les dijo: "Me da pena esta multitud, porque hace tres días
que están conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas,
porque podrían desfallecer en el camino".
Los discípulos le dijeron:
"¿Y dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado bastante cantidad
de pan para saciar a tanta gente?".
Jesús les dijo: "¿Cuántos
panes tienen?". Ellos respondieron: "Siete y unos pocos
pescados".
El ordenó a la multitud que se
sentara en el suelo;
después, tomó los panes y los
pescados, dio gracias, los partió y los dio a los discípulos. Y ellos los
distribuyeron entre la multitud.
Todos comieron hasta saciarse, y
con los pedazos que sobraron se llenaron siete canastas.
EL EVANGELIO NO ES UN SOMNÍFERO,
ES PURA DINAMITA:
Si hoy subiéramos a la montaña se
acercaría una multitud mucho mayor que de la que habla el
Evangelio...cambiaríamos a los protagonistas por parados, desahuciados, desesperados, dependientes a los que se les niega la
dependencia, discapacitados de todo tipo a los que se les quitan las ayudas y
no me voy a alargar más porque cada uno de nosotros pondrá la persona o la
situación que conocemos y que no pasa por su mejor momento, sino lo contrario.
Al igual que en el relato, Jesús, sentiría profunda pena y desazón, estaría
angustiado. Jesús no va a bajar esta vez de la montaña, pero nosotros sí
podemos hacerlo. No podemos caer en el pesimismo, hay que sacar fuerzas de
flaqueza y aportar optimismo argumentado. Hacer milagros como el del Evangelio,
pero con nuestras manos, nuestro corazón, nuestros hechos. No tenemos dinero
para solucionar estos problemas, pero sí tenemos ilusión, cariño,
sonrisa....gestos mínimos, pequeños que hacen y valen mucho.
No nos equivoquemos, la fidelidad
a Dios pasa por la fidelidad al ser humano, y de manera esencial y radical, por
la fidelidad a los pobres, no como letra muerta, sino como verdadera opción de
vida. Ante la barrida generalizada de valores en todos los ámbitos, nuestro
reto, nuestro milagro será intentar restaurar en nuestras parcelas de vida
estos valores que son los evangélicos. Que nada ni nadie nos quite las ganas de
seguir luchando, eso sí, sin bajar los brazos ni un poco.
Vivir es lo más raro de este mundo, pues la mayor parte de los hombres no hacemos otra cosa que existir.
ResponderEliminarOscar Wilde