LA PASIÓN.
La pasión de Cristo no es sólo una página del
pasado. Es también una página del presente, en la que seguimos teniendo
responsabilidad. La pasión de Cristo no ha terminado. Cristo sigue hoy
sufriendo en el hombre hermano, con el que Jesús se ha
identificado:
--Hoy
sigue Cristo sufriendo la pasión cuando no sabemos acompañar a nuestros
hermanos que sufren, que sienten angustia y se sienten solos, como hicieron los
discípulos predilectos en el huerto de Getsemaní .
--Hoy
sigue Cristo sufriendo la pasión cuando vendemos nuestra vida por treinta
monedas de plata; cuando nuestro deseo de medrar nos lleva a hacer
negocios no tan limpios y a no prestar a nuestros hermanos la ayuda que
necesitan: cuando vendemos nuestros mejores ideales a causas que no
merecen la pena.
--Hoy
Cristo sigue sufriendo la pasión cuando buscamos en la violencia la solución de
los problemas, como aquellos que prendieron a Jesús con palos y espadas;
cuando dejamos que cualquier tipo de violencia injusta se apodere de
nuestro corazón; cuando no estamos convencidos de que «quien usa espada,
a espada morirá».
--Hoy
Cristo sigue sufriendo la pasión cuando acusamos injustamente a los
hombres, como lo hicieron los líderes religiosos de Jerusalén y los
falsos testigos; cuando no respetamos a los hombres y los acusamos sin
verdad; cuando descalificamos injustamente a los que nos denuncian nuestro
bienestar y nuestra instalación.
--Hoy
Cristo sigue sufriendo la pasión cuando le negamos por vergüenza y
cobardía, como hizo Pedro; cuando nos dejamos arrastrar por el respeto
humano y no confesamos con valentía y sinceridad nuestra fe; cuando no
defendemos la causa de la justicia por miedo a los problemas y
dificultades que ello nos puede traer.
--Hoy
Cristo sigue sufriendo la pasión cuando nos lavamos las manos como Pilato;
cuando no vivimos comprometidos con la causa de los que sufren; cuando
encogemos los hombros y no defendemos la verdad y la justicia, por miedo
a las consecuencias que pueden seguirse.
--Hoy
Cristo sigue sufriendo la pasión cuando nos dejamos arrastrar por las
corrientes hoy en boga, como hicieron las turbas de Jerusalén; cuando
somos uno más del montón, que condenamos a ciertos hombres porque todo el
mundo lo hace así, sin ponderar lo que hay de verdad en esas condenas.
--Hoy
Cristo sigue sufriendo la pasión cuando nos burlamos de los que sufren, de
los marginados de la sociedad, como hicieron los soldados; cuando nos
reímos del dolor ajeno, especialmente de los débiles.
No
acusemos solamente a los judíos; démonos hoy un sentido golpe de pecho,
porque todos nosotros seguimos siendo responsables de la pasión de
Cristo, que aún no ha acabado. No podemos encoger los hombros porque «en
este mundo tenemos que vivir». «Somos nosotros los responsables de este
mundo... Soy yo el responsable de este mundo».
JUEVES SANTO
La
tradición sobre la institución de la eucaristía, que Pablo había recibido del
Señor, viene precedida en la
Carta a los corintios de otro exordio, menos solemne ahora,
en que el apóstol critica las desigualdades de los cristianos al celebrar la
cena del Señor: «Mientras uno pasa hambre, otro se embriaga... ¿o es que
despreciáis a la Iglesia
de Dios y avergonzáis a los que no tienen?». Y acaba afirmando con dureza:
«Examínese, pues cada cual, y coma entonces el pan y beba el cáliz. Pues quien
come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo». Un autor,
A. Pronzato, añade el siguiente comentario: «Hay algo peor que no creer en la
presencia real, y es creer en una presencia real "tranquilizadora",
que no nos lleve a "perder", a "entregar nuestra vida"». Y
Xavier ·Pikaza-X añade: «El pan consagrado de Cristo es inseparable del vino
del sacrificio; sin la entrega de la vida por los otros no puede haber
eucaristía. Es también inseparable de la comunión concreta con los fieles en el
plano de la justicia, del trabajo compartido, de la comunicación de bienes».
VIERENES SANTO
LA primera palabra de Jesús no es la cruz. Y su
mensaje central no es la predicación de la muerte sino el anuncio de una
Buena Noticia: la bondad infinita de Dios que quiere la felicidad total
del hombre.
Por eso, la actuación de Jesús no ha
consistido en «producir cruces» ni crear sufrimiento. Ni su
palabra ha sido para legitimar las cruces que unos hombres imponen sobre
los hombros de otros. Toda su vida ha sido, por el contrario, una
lucha contra el sufrimiento. Un combate por liberar a los crucificados de
toda clase de sufrimiento y de mal.
Es esto lo que resuena a través de todo el
evangelio: una llamada a todos para evitar el sufrimiento producido por
los hombres, y una esperanza para dar sentido último a la cruz inevitable
de nuestra existencia finita y mortal.
Los creyentes no debemos olvidar nunca
que toda la actuación y el mensaje de Jesús está orientado a liberarnos
de las cruces de la vida y a hacernos más llevadero el peso de nuestra
existencia.
RESURRECCIÓN
«Dicen que estoy amenazado de muerte... ¿Quién
no está amenazado de muerte? Lo estamos todos desde que nacemos... Pero hay en
la advertencia un error conceptual. Ni yo ni nadie estamos amenazados de
muerte. Estamos amenazados de vida, amenazados de esperanza, amenazados de
amor.
Estamos equivocados. Los cristianos no estamos
amenazados de muerte. Estamos «amenazados» de resurrección. Porque además del
Camino y la Verdad,
él es la Vida,
aunque esté crucificada en la cumbre del basurero del Mundo».
Ser testigo de la resurrección es algo muy
hermoso y es nuestra tarea, pero, dada la cultura de muerte que impera
entre nosotros, exige no pocos compromisos. Por ejemplo, el testigo de la Pascua debe:
--
Luchar contra todo lo que origina muerte y conduce a la muerte, contra los
violentos e injustos, contra los que siguen crucificando la vida y
sembrando la corrupción. Defender la vida en plenitud. Esta defensa vale
para la naturaleza toda. El hombre de Pascua debe ser el mejor
ecologista.
FELICIDADES, ESTAMOS AMENAZADOS DE VIDA. P´ALANTE SIEMPRE, Y MANDE QUIEN MANDE CARTUCHO EN EL CAÑÓN.....EN LA LUCHA NO SE AFLOJA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario