EVANGELIO
Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Pedro tomó la palabra y dijo: «El Mesías de Dios.»
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.»
Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Pedro tomó la palabra y dijo: «El Mesías de Dios.»
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.»
EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO , ES PURA DINAMITA:
¿QUIÉN DICE LA GENTE QUE SOY YO?
Y.... sin embargo, XXI siglos después, la historia sigue girando en torno a
aquel hombre. Los historiadores – aún los más opuestos a él- siguen diciendo
que tal hecho o tal batalla ocurrió tantos o cuantos años antes o después de
él. Media humanidad, cuando se pregunta por sus creencias, sigue usando su
nombre para denominarse. Dos mil años después de su vida y de su muerte, se
sigue escribiendo cada año más de mil volúmenes sobre su persona y su doctrina.
Su historia ha servido como inspiración para, al menos, la mitad de todo el
arte que ha producido el mundo desde que el vino a la tierra. Y, cada año,
decenas de miles de hombres y mujeres dejan todo – sus familias, sus
costumbres, tal vez hasta su patria- para seguirle enteramente, como aquellos
doce primeros amigos.
(….)
¿Quién es, pues, este personaje que parece llamar a la entrega total o al odio
frontal, este personaje que cruza de medio a medio la historia como una espada
ardiente y cuyo nombre – o cuya falsificación- produce frutos tan opuestos de
amor o de sangre, de locura magnífica o de vulgaridad? ¿Quién es y qué hemos
hecho de él, cómo hemos usado o traicionado su voz, qué jugo misterioso o
maldito hemos sacado de sus palabras? ¿Es fuego o es opio?¿Es bálsamo que cura,
espada que hiere o morfina que adormila?¿quién es? ¿quién es? Pienso que el
hombre que no ha respondido a esta pregunta puede estar seguro de que aún no ha
comenzado a vivir. Gandhi escribió una vez: “ Yo digo a los hindúes que su vida
será imperfecta si no estudian respetuosamente la vida de Jesús”. ¿ Y qué
pensar entonces de los cristianos - ¿Cuántos, Dios mío? – que todo lo
desconocen de él, que dicen amarle, pero jamás le han conocido personalmente?
(…)
Conocerle no es una curiosidad. Es mucho
más que un fenómeno de la cultura. Es algo que pone en juego nuestra
existencia. Porque con Jesús no ocurre como con otros personajes de la
historia. Que César pasara el Rubicón o no lo pasara, es un hecho que puede ser
verdad o mentira, pero que en nada cambia el sentido de la vida. Que Carlos V
fuera emperador de Alemania o de Rusia, nada tiene que ver con mi salvación
como hombre. Que Napoleón muriera derrotado en Elba o que llegara siendo
emperador al final de sus días no moverá hoy a un solo ser humano a dejar su
casa, su comodidad y su amor y marcharse a hablar de él a una aldehuela del
corazón de África. P´alante
No hay comentarios:
Publicar un comentario