EVANGELIO:
Jesús dijo a la multitud:
"Cuando ven que una nube se levanta en occidente, ustedes dicen en seguida que va a llover, y así sucede.
Y cuando sopla viento del sur, dicen que hará calor, y así sucede.
¡Hipócritas! Ustedes saben discernir el aspecto de la tierra y del cielo; ¿cómo entonces no saben discernir el tiempo presente?
¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo?
Cuando vas con tu adversario a presentarte ante el magistrado, trata de llegar a un acuerdo con él en el camino, no sea que el adversario te lleve ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y este te ponga en la cárcel.
Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo."
Jesús dijo a la multitud:
"Cuando ven que una nube se levanta en occidente, ustedes dicen en seguida que va a llover, y así sucede.
Y cuando sopla viento del sur, dicen que hará calor, y así sucede.
¡Hipócritas! Ustedes saben discernir el aspecto de la tierra y del cielo; ¿cómo entonces no saben discernir el tiempo presente?
¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo?
Cuando vas con tu adversario a presentarte ante el magistrado, trata de llegar a un acuerdo con él en el camino, no sea que el adversario te lleve ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y este te ponga en la cárcel.
Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo."
EL EVANGELIO NO ES UN
SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:
Signos de los tiempos:
El Papa Fancisco ha
hablado mucho sobre los nuevos tiempos, y adaptarse a ellos… es el momento de
adaptarse a ellos y hablar menos de los nuevos tiempos. Discernir el tiempo
presente no es fácil, pero tampoco difícil, hace falta dos cosas:
-
valor
-
ir a
la otra orilla
Valor se presupone a
quien cree en el Evangelio. Porque el valor no es otra cosa que el encuentro de
uno mismo con la dificultad, y la fusca de la vida sabe que cuando saltas la
dificultad te das de cara con Jesús de Nazareth.
Ir a la otra orilla
porque, la otra es:
la orilla de las
bienaventuranzas, la orilla de los problemas, la orilla en la que parece que
Dios duerme y nos encontramos solos y no tenemos fuerzas para seguir. La orilla de lo desconocido, la orilla de la
incertidumbre, del amor al prójimo, de la humanidad, de la radicalidad y la
utopía, de la esperanza y el encuentro.
Debemos estar atentos, porque la rutina mata al espíritu, y
el Evangelio vive del Espíritu, de la herencia que nos ha dejado el único por
el que uno se entrega sin descanso y sin medida.
Es verdad que no vamos a hacer milagros portentosos, pero es
verdad que estamos llamados para curar el alma con ternura. P´alante