lunes, 27 de abril de 2009

28 de abril. Martes. Juan 6, 30-35

EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo la gente a Jesús: - «¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: "Les dio a comer pan del cielo."» Jesús les replicó: - «Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.» Entonces le dijeron: - «Señor, danos siempre de este pan.» Jesús les contestó: - «Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed.»

EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:

Nos pasamos la vida pidiéndole signos al cielo, exigiéndole pruebas a Dios. Nos las damos de muy cristianos y "muy creyentes" y suele pasar que nuestro cristianismo se reduce a veces a un conjunto de ¿prácticas? más o menos piadosas que acallan nuestra conciencia y pensamos que "aplacan" a dios, sí, a dios con minúscula, al dios que nos hemos fabricado, o que nos han ayudado a fabricarnos en nuestra mente. Pues no, ni esta es una práctica auténtica de creyentes, si no algo que se parece más a la superstición, ni el Dios de Jesucristo es el que, como a veces pensamos, necesita nuestros sacrificios, ni nos castiga, ni al que tenemos que pedir, ni rendir cuentas. Jesús es "el que da la vida al mundo", el que con su Palabra clara de amor y misericordia, llena nuestra existencia y nos da vida. El que con su cuerpo y sangre nos alimenta y nos enseña a compartir y a saber que participar en su Eucaristía nos compromete a compartir nuestro pan con los que no lo tienen. Es verdad, el que va a Él "no pasará más hambre", el que se encuentra con Él, "no sentirá más sed". Ójala hoy, al meditar este Evangelio caigamos en la cuenta de esto, recordemos todos los acontecimientos de nuestra vida, tristes o dolorosos, que han cobrado un sentido nuevo porque Jesús los ha iluminado, y ójala que, como los discípulos, también le pidamos con todo el corazón, que "nos dé siempre de ese pan"

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