jueves, 21 de enero de 2010

Jueves 21 de enero. Mc 3,7-12

EVANGELIO
En aquel tiempo Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla de lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacia, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío. Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ente él gritando: "Tú eres el Hijo de Dios". Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.
EL EVANGELIO NO ES UN SOMNÍFERO, ES PURA DINAMITA:
Me quedo con una frase del Evangelio de hoy que puede servirnos de mucho en el camino de nuestra vida: "todos los que sufrían de algo se le echaban encima"...y es que me parece que somos tantos y tan diferentes los que necesitamos echarnos encima de El que llegados desde diferentes sitios y circunstancias, como los del Evangelio, volvemos a revivir ese momento. Jesús se nos presenta hoy con su carga ligera y su yugo llevadero para recordarnos que podemos acudir a El, que su puerta siempre está abierta para nosotros, a pesar de nuestros desplantes y despiestes El nunca se aleja, permanece para consolarnos, devolvernos la esperanza y darnos una segunda y tercera oportunidad. Tenemos mucha suerte los cristianos de contar con este Dios de Jesús que se hace hombre y quiere caminar con nosotros en los distintos momentos de la vida. El nos abraza y nos coge cuando no quedan fuerzas, El nos alienta y empuja cuando el camino se pone cuesta arriba, por eso, debemos permanecer alegres y felices, porque El está con nosotros. Disfrutemos de su cercana compañía y vivamos la vida con la certeza de sabernos amados por El.

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