EVANGELIO
Jesús dijo a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador.
El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para
que dé más todavía.
Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié.
Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no
puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en
mí.
Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da
mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer.
Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca;
después se recoge, se arroja al fuego y arde.
Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que
quieran y lo obtendrán.
La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean
mis discípulos.»
EL EVANGELIO NO ES UN SOMNÍFERO, ES PURA DINAMITA
La jugada está clara…dentro de todas las vicisitudes de la
vida y sus complicaciones varias, debemos tener claro que nunca hay que perder
el vínculo, la unión, el contacto, con quien nos concede la savia y el empuje
para seguir siendo auténticos. La vid que no permite cargar las pilas, recargar
la batería…no es otra que la vida, el mensaje y el testimonio de Jesús…a
nosotros nos toca apostar por ser sarmientos que estén vivos y por tanto den
frutos. No podemos ser sarmientos secos, tristes y mustios que no testimonian
la alegría del Evangelio. Fuera de nuestras vidas los frutos que no son los de
verdad, adelante con los frutos que nos hacen grandes y ensanchan el alma:
respeto, cariño, solidaridad, entrega…
Para esto y para más: fieles y firmes al lado de la vid…esto
supone, oxigenar el corazón, abrir puertas a la esperanza y a la vida…ánimo y
que los sarmientos díscolos, como el obispo Munilla y sus Munilladas no nos
quiten las ganas de bailar…y siempre con una sonrisa!!!
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