miércoles, 12 de enero de 2011

Mc 1,40-45.Jueves 13 de enero

EVANGELIO.
Entonces se le acercó un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: "Si quieres, puedes purificarme". Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Lo quiero, queda purificado". En seguida la lepra desapareció y quedó purificado. Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente: "No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio". Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a él de todas partes.
EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:
La ley manaba a los leprosos que se excluyeran de la vida social.
Los leprosos: debían irse fuera de la ciudad, odiados por todos, malditos, nadie debía tocarlos, si se acercaban a un lugar habitado o se cruzaban con alguien debían gritar... pero esto por ley, lo decía la ley de Moisés. Debía andar harapiento, despeinado, barba tapado, y gritando toda su vida: impuro. Dios les había castigado por ser unos pecadores. Marginados sociales justificada con argumentos religiosos. Y así los sanos; no sólo podían desentenderse tranquilamente de los enfermos sino también presumir de buenos.
Lo toco: el mundo grita que quiere ser libre. No es políticamente correcto el contacto directo con el dolor y la miseria. Las vemos en televisión y nos estremecemos, pero ¿ para qué?. La miseria no se retrata, se comparte. Si no nos duele el dolor del hermano, no presumamos del título de cristianos, si nos amurallamos detrás de las cifras y las estadísticas, no escuchemos el evangelio, sabemos calcular cuantos niños mueren de hambre cada minuto y a la vez necesitamos aprender a hipnotizar nuestras conciencias y corazones.
Sentir lástima: Jesús era sensible. Si occidente levanta barreras el cristiano debe cruzarlas para acercarse al necesitado. Tantos leprosos hoy: negros, drogadictos, presos, alcohólicos, enfermos de SIDA, hambrientos, etc... nosotros somos los puros, los sanos. Pero Jesús no apuesta por los ghettos; el viene a dar libertad, salvar. No margina, toca y acaricia, con ternura. Arriesga porque ama.
Pues al turrón…siempre p´alante.

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