EVANGELIO:
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Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las
ovejas.
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Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no
pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el
lobo hace presa en ellas y las dispersa,
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porque es asalariado y no le importan nada las ovejas.
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Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me
conocen a mí,
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como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi
vida por las ovejas.
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También tengo otras ovejas, que no son de este redil;
también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo
rebaño, un solo pastor.
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EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:
Hay buenos
y malos pastores. Siempre ha sido así y siempre será. Los que somos más de
pueblo que las amapolas, y hemos nacido y vivido entre pastores y ovejas,
sabemos de que va el cuento.
El mal
pastor es el que educa y guía a palos, mediante decretos y prohibiciones,
aborrega y no deja libertad. Los malos pastores se sitúan dentro de la Iglesia en su pedestal de
poder, piensan en servirse, son cómplices de estructuras militares o económicas
que asesinan y maltratan a diario, los malos pastores se autoproclaman con títulos
cómo: excelentísimo, monseñor, reverendísimo, eminencia … y todo tipo de
estupideces antievangélicas.
Los buenos pastores son los que escuchan, crean comunión y conocen a sus ovejas, en el
evangelio “conocer” significa amar desde lo más hondo de las entrañas. Los buenos pastores dan libertad, con ellos nadie
se siente marginado y se sitúan al lado de los sin voz, de los últimos, de los
nadies. Son guía y luz para todos.
Desgraciadamente
tengo que decir que en las últimas décadas hemos tenido pésimos pastores, que
ni de lejos conocen a sus ovejas, empezando por la sede romana. Es triste…..
pero la fusca de la vida no pierde la esperanza de encontrar a esos pastores al
estilo de Jesús de nazareth que conducen a su ovejas desde el amor. Sin olvidar
como decía San Agustín: que si hay ovejas buenas, hay también pastores buenos. Por
eso empecemos nosotros por estar en el sitio que debemos, pese a quien pese. Es
más fácil creer en un Dios extraño y lejano que un Dios Buen Pastor.
Un Consejo: No te acerques al prójimo con la rutina de
siempre: no. ¡ sorpréndelo! Con el amor y la ternura del Buen Pastor. P´alante
GRACIAS a todos los buenos pastores que han pasado por nuestras vidas, y a los que no han sido tan buenos, gracias también. Apreciar y aprender tanto de lo bueno como de lo malo es necesario para llegar a ser buenas ovejas.
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