lunes, 23 de abril de 2012

Juan 10: 11 - 16. Martes 24 de abril


EVANGELIO:

Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.

Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa,

porque es asalariado y no le importan nada las ovejas.

Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí,

como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas.

También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor.


EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:

            Hay buenos y malos pastores. Siempre ha sido así y siempre será. Los que somos más de pueblo que las amapolas, y hemos nacido y vivido entre pastores y ovejas, sabemos de que va el cuento.
            El mal pastor es el que educa y guía a palos, mediante decretos y prohibiciones, aborrega y no deja libertad. Los malos pastores se sitúan dentro de la Iglesia en su pedestal de poder, piensan en servirse, son cómplices de estructuras militares o económicas que asesinan y maltratan a diario, los malos pastores se autoproclaman con títulos cómo: excelentísimo, monseñor, reverendísimo, eminencia … y todo tipo de estupideces antievangélicas.
            Los buenos pastores son los que escuchan, crean comunión y conocen a sus ovejas, en el evangelio “conocer” significa amar desde lo más hondo de las entrañas.  Los buenos pastores dan libertad, con ellos nadie se siente marginado y se sitúan al lado de los sin voz, de los últimos, de los nadies. Son guía y luz para todos.
            Desgraciadamente tengo que decir que en las últimas décadas hemos tenido pésimos pastores, que ni de lejos conocen a sus ovejas, empezando por la sede romana. Es triste….. pero la fusca de la vida no pierde la esperanza de encontrar a esos pastores al estilo de Jesús de nazareth que conducen a su ovejas desde el amor. Sin olvidar como decía San Agustín: que si hay ovejas buenas, hay también pastores buenos. Por eso empecemos nosotros por estar en el sitio que debemos, pese a quien pese. Es más fácil creer en un Dios extraño y lejano que un Dios Buen Pastor.
Un Consejo: No te acerques al prójimo con la rutina de siempre: no. ¡ sorpréndelo! Con el amor y la ternura del Buen Pastor. P´alante

1 comentario:

  1. GRACIAS a todos los buenos pastores que han pasado por nuestras vidas, y a los que no han sido tan buenos, gracias también. Apreciar y aprender tanto de lo bueno como de lo malo es necesario para llegar a ser buenas ovejas.

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