jueves, 25 de junio de 2009

Mateo 8: 1 - 4 .Viernes 26 de junio

EVANGELIO:
Cuando bajó del monte, fue siguiéndole una gran muchedumbre.
En esto, un leproso se acercó y se postró ante él, diciendo: «Señor, si quieres puedes limpiarme.»
El extendió la mano, le tocó y dijo: «Quiero, queda limpio.» Y al instante quedó limpio de su lepra.
Y Jesús le dice: «Mira, no se los digas a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio.
EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:
Jesús toca, no tiene apuro. Sabe que curar y ayudar es mancharse las manos, arriesgar sin miedo. La sensibilidad y la ternura están en las manos, todo un maestro. El enfermo era apartado de la sociedad, y éste es testigo de la vida, de la libertad, que Jesús le ha dado.
La intención de los evangelistas al presentar los milagros es decirnos que verdaderamente era el Mesías, pero lo importante para nosotros es aprender para la vida la catequesis que encierra cada uno de estos relatos.
Hoy sería importante que aprendiéramos que la fe y el milagro en este relato van unidos. El leproso odiado y apartado, marginado y despreciado hace que Jesús le ayude con cariño, por encima de lo que dice la ley, los maestros de la religión, la enfermedad, la muerte, .... por encima de todo esto, está la ternura. El amor es más fuerte...

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