lunes, 1 de junio de 2009

Marcos 12: 13 - 17 .Martes 2 de junio.

EVANGELIO:
Y envían donde él algunos fariseos y herodianos, para cazarle en alguna palabra.
Vienen y le dicen: «Maestro, sabemos que eres veraz y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas, sino que enseñas con franqueza el camino de Dios: ¿Es lícito pagar tributo al César o no? ¿Pagamos o dejamos de pagar?»
Mas él, dándose cuenta de su hipocresía, les dijo: «¿Por qué me tentáis? Traedme un denario, que lo vea.»
Se lo trajeron y les dice: «¿De quién es esta imagen y la inscripción?» Ellos le dijeron: «Del César.»
Jesús les dijo: «Lo del César, devolvédselo al César, y lo de Dios, a Dios.» Y se maravillaban de él.
EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:
El césar y Dios no son autoridades de rango semejante. Aunque en el mundo muchos césares de colores diferentes se han autoproclamado dioses dispensadores de justicia a su antojo por todos los rincones del mundo, lamentablemente.
Lo que es de Dios no es, ciertamente, el templo o los lugares sagrados, no los objetos religiosos, ni las ceremonias litúrgicas, ni los ornamentos sagrados... todo esto merece un respeto por su función, pero son los hombres los que deciden destinarlo a eso. No Dios.
Lo que es indiscutible de Dios es la dignidad del hombre y la mujer, y también sus derechos. Lo que sí es de Dios es el anciano abandonado, el hambre de los que no tienen pan, las lágrimas de los que sufren, la persecución de que son objeto los que luchan por la justicia, los pies cansados de los emigrantes abandonados en los desiertos de Marruecos, el corazón desgarrado de las víctimas del terrorismo. Lo que sí es de Dios es la justicia de los explotados, la libertad de los oprimidos, la conciencia de cada uno. Porque esto pertenece a la naturaleza del hombre, imagen y semejanza de Dios.

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