martes, 9 de febrero de 2010

Miércoles 10 de febrero. Mc 7,14-23

EVANGELIO

En aquel tiempo, llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo: -«Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. El que tenga oídos para oír, que oiga.» Cuando dejó a la gente y entró en casa, le pidieron sus discípulos que les explicara la parábola. Él les dijo: -«¿Tan torpes sois también vosotros? ¿No comprendéis? Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no entra en el corazón, sino en el vientre, y se echa en la letrina.» Con esto declaraba puros todos los alimentos. Y siguió: -«Lo que sale de dentro, eso sí mancha al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.»
EL EVANGELIO NO ES UN SOMNÍFERO, ES PURA DINAMITA:
Lo de hoy es una invitación a volver nuestra mirada al corazón, a observarlo, escucharlo y sacar las conclusiones oportunas, porque es en él donde se forja todo lo que nos constituye y nos hace ser como somos. No es cuestión de maquillarse, de echarse gomina en el flequillo o de peinarse la sonrisa, no, lo importante no se ve, lo esencial es invisible a los ojos, el motor de donde nace nuestra forma de ser es el corazón, y no las apariencias ni los aspectos externos y superficiales.
Derrochemos bondad, seamos corazones con patas y que todo lo que salga de él sea para el bien de los que nos rodean y de aquellos que esperan deseosos un gesto de cariño, amor y compasión, sin duda, todo ello lo guardamos en nuestro corazón, dejemos que salga y hagamos el bien.

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