miércoles, 9 de febrero de 2011

Jueves 10 de febrero. Mc 7,24-30

EVANGELIO
Después Jesús partió de allí y fue a la región de Tiro. Entró en una casa y no quiso que nadie lo supiera, pero no pudo permanecer oculto. En seguida una mujer cuya hija estaba poseída por un espíritu impuro, oyó hablar de él y fue a postrarse a sus pies. Esta mujer, que era pagana y de origen sirofenicio, le pidió que expulsara de su hija al demonio. El le respondió: "Deja que antes se sacien los hijos; no está bien tomar el pan de los hijos para tirárselo a los cachorros". Pero ella le respondió: "Es verdad, Señor, pero los cachorros, debajo de la mesa, comen las migajas que dejan caer los hijos". Entonces él le dijo: "A causa de lo que has dicho, puedes irte: el demonio ha salido de tu hija". Ella regresó a su casa y encontró a la niña acostada en la cama y liberada del demonio.

EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:

Ligero de equipaje, con la mochila semivacía, con las sandalias en sus pies y con la buena noticia en el corazón. Así se presenta Jesús y así nos sorprende hoy: sale de su territorio, se va al extranjero y allí se encuentra con quien no hubiera podido ir a visitirarlo nunca por su condición de pagana y sirofenicia. Pero Jesús nunca ha entendido de clases, de papeles ni de privilegios, ha entendido de vida entregada, de ternura compartida y sobre todo de humanidad. Nunca perdió la sensibilidad, ni miró a nadie por encima del hombro, al contrario, como hoy, se mueve, sale de su sitio para hacerse el encontradizo con quien lo necesita.
Mensaje claro para nosotros en estos días: salgamos de nuestros territorios particulares, dejemos nuestras tierras conocidas y seguras, demos pasos hacía el horizonte y vivamos en la incertidumbre del que nada tiene y nada pierde. Seamos sensibles y humanos como lo fue él, duros y críticos con los observantes fríos de leyes y normas, pero humanos. No queremos besos como los de Judas, ni esperamos en nuestra puerta a la empresa de mudanzas con los muebles del amor, queremos seguir al maestro de Nazaret y muchas veces para eso, hay que romper y rasgar, salir de lo nuestro para llegar a lo del otro…Ánimo y palante…no es fácil, ya le pasó a él: los grandes espíritus tienen que luchar contra las mentes mediocres (y son muchas…algunas hasta directoras de colegio. Amén)

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