viernes, 18 de febrero de 2011

Mc 8:34-38. Viernes 18 de febrero

EVANGELIO:

Llamando a la gente a la vez que a sus discípulos, les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.

Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.

Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida?

Pues ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?

Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.»

EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:

EL Evangelio: la única norma del cristiano, la única ley que seguimos, la causa de nuestra vida, la bandera de nuestro seguimiento. La Vida con mayúscula… Es la Verdad, no confundamos nunca el Evangelio, mucho menos manipularlo o traicionarlo, jamás.
Hay miedo a jugarse la vida a una sola carta. El Evangelio pide una entrega incondicional, muchos lo han vuelto Light, soso, fácil, muerto, etc… pero podemos cumplir todas las normas piadosas, litúrgicas, dogmáticas, catequéticas… sin el Evangelio: no seguimos al Dios de Jesús. El Evangelio se ha convertido en un problema para la Iglesia, que quiere ser auténtica.

Solo merecerá la pena de nuestra vida: esos trozos que hemos invertido en querer, amar, ayudar a alguien. Esos trozos de amistad verdadera que no entiende de egoísmos, traiciones o intereses. El Evangelio no entiende de nada distinto al AMOR:

Hay que cuidar el amor. De nada sirve gritar, llorar o desanimarse en esta vida, tantas veces absurda, se trata de aceptar el reto del Evangelio día a día. Hay que hacer, buscar remedios, colaborar, entregar la vida por la Verdad, de forma incondicional...así lo entiende la fusca de la Vida. P´alante


Evangelio y Vida.

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