miércoles, 8 de enero de 2014

Jueves 9 de enero. Mc 6,45-52

EVANGELIO:

Inmediatamente obligó a sus discípulos a subir a la barca y a ir por delante hacia Betsaida, mientras él despedía a la gente. Después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar.Al atardecer, estaba la barca en medio del mar y él, solo, en tierra.
 Viendo que ellos se fatigaban remando, pues el viento les era contrario, a eso de la cuarta vigilia de la noche viene hacia ellos caminando sobre el mar y quería pasarles de largo.
 Pero ellos viéndole caminar sobre el mar, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar, pues todos le habían visto y estaban turbados. Pero él, al instante, les habló, diciéndoles: «¡Animo!, que soy yo, no temáis.»
 Subió entonces donde ellos a la barca, y amainó el viento, y quedaron en su interior completamente estupefactos,pues no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba embotada.


EL EVANGELIO NO ES UN SOMNÍFERO, ES PURA DINAMITA:

Este relato tiene mucho que ver con la fe y la fe es el riesgo de inventar cada día un camino distinto.  La fe, no es un camino de facilidades, es aceptar la dura tarea de ser hombres y mujeres con vida autentica.  La fe no facilita el camino. Sólo le da sentido
El miedo forma parte de la naturaleza humana… pero, la fe en Jesús tiene fuerza para desembravecer hasta la situación más temerosa para nosotros, la confianza nos libera, pensar en las personas que amamos y nos aman crean en nosotros un milagro de confianza y coraje para seguir caminando a pesar de los pesares.
Este relato es una apelación al milagro de la fe…
Confesar la fe en Dios, es:
Buscar la felicidad en las cosas pequeñas,
Vivir con actitud positiva la vida,
Pensar que siempre podemos ser mejores,
Y sentir, que por poco que hagamos, siempre estaremos aportando algo nuevo y bueno.

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