martes, 20 de enero de 2009

21 de Enero. Miércoles. Mc 3,1-6

EVANGELIO:
Jesús entró otra vez en la sinagoga. Había allí un hombre que tenía una mano tullida, y espiaban a Jesús para ver si lo sanaría en sábado y tener así algo de que acusarle. Jesús dijo al hombre de la mano tullida: “ levántate y ponte ahí en medio”. Luego preguntó a los demás: ¿Qué está permitido hacer el sábado: el bien o el mal? ¿Salvar una vida o destruida?” Ellos se quedaron callados. Jesús miró entonces con enojo a los que les rodeaban y, entristecido porque no querían entender, dijo aquel hombre: “Extiende la mano”. El hombre la extendió, y la mano le quedó sana. Pero los fariseos, en cuanto salieron, comenzaron junto con los del partido de Herodes hacer planes para matar a Jesús.

EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:

La violación del precepto sabático estaba penada, en la ley judía, con la muerte. Un crimen capital no llegaba a ser efectivo hasta que al autor le habían avisado. Después del segundo quebrantamiento del sábado… ( QUE ES ESTA CURACIÓN DEL BRAZO ATROFIADO) inmediatamente se decreta su muerte, y entonces su ejecución es como transgresor, un malhechor.
Curioso que los enemigos de la vida fueran los hombres de la religión. Dos enemigos reconocidos políticos que se odiaban, como los fariseos y los herodianos, se ponen de acuerdo para ir a por él. La religión, su liturgia y las observancias religiosas deben dar vida, si dan muerte no son cristianas. Que curioso que en aquel tiempo como en éste, a veces nos encontremos con que los enemigos de la vida sean los hombres/mujeres de la religión.
Como le tendrían para que lanzara una mirara con enojo y se entristeciera.
Se complican la existencia con leyes ( religiosas) del sábado y no ven el rostro de Dios en el enfermo. No quiero dejar pasar un detalle: el enfermo es llamado a ponerse en el CENTRO. Me pregunto si hoy los enfermos, marginados, excluidos, los sin voz, sin techo, los que no cuentan…. ¿¿¿Están en el centro de nuestras comunidades???? No me extraña la miradita que les echó y que le invadiera una tremenda tristeza a éste humilde carpintero de Nazareth que aprendió a vivir en abundancia.


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