Sábado, 12 DE SEPTIEMBRE. Lucas 6, 43-49
EVANGELIO
En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: -«No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca. ¿Por qué me llamáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo? El que se acerca a mi, escucha mis palabras y las pone por obra, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba sólidamente construida. El que escucha y no pone por obra se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó y quedó hecha una gran ruina.»
EL EVANGELIO NO ES UN SOMNÍFERO, ES PURA DINAMITA:
"Cada árbol se conoce por su fruto". Y a cada uno de nosotros también. Por eso es innecesario pasarnos la vida pensando lo buenos que somos o lo que tenemos que hacer para serlo. Jesús nos habla claro: por nuestras obras nos conocerán. Es decir, por el amor concreto hacia cada uno, que nace de un corazón bueno. Del corazón que rebosa coordialidad, "que todo lo echa a buena parte", que vive y se desvive por los demás, habla nuestra vida, la de todos los días y la de todas las situaciones fáciles o difíciles.
¡Ójala edifiquemos "nuestra casa" apoyados en los sólidos cimientos del evangelio de Jesús y en la fraternidad de nuestros hermanos y amigos.Vendrán todas las tormentas que tengan que venir, que no se derrumbará, porque "Las aguas torrenciales no pueden apagar el amor, ni los ríos anegarlo" (Ct.8,7)
viernes, 11 de septiembre de 2009
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