viernes, 11 de septiembre de 2009

Sábado, 12 DE SEPTIEMBRE. Lucas 6, 43-49

EVANGELIO

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: -«No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca. ¿Por qué me llamáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo? El que se acerca a mi, escucha mis palabras y las pone por obra, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba sólidamente construida. El que escucha y no pone por obra se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó y quedó hecha una gran ruina.»

EL EVANGELIO NO ES UN SOMNÍFERO, ES PURA DINAMITA:

"Cada árbol se conoce por su fruto". Y a cada uno de nosotros también. Por eso es innecesario pasarnos la vida pensando lo buenos que somos o lo que tenemos que hacer para serlo. Jesús nos habla claro: por nuestras obras nos conocerán. Es decir, por el amor concreto hacia cada uno, que nace de un corazón bueno. Del corazón que rebosa coordialidad, "que todo lo echa a buena parte", que vive y se desvive por los demás, habla nuestra vida, la de todos los días y la de todas las situaciones fáciles o difíciles.
¡Ójala edifiquemos "nuestra casa" apoyados en los sólidos cimientos del evangelio de Jesús y en la fraternidad de nuestros hermanos y amigos.Vendrán todas las tormentas que tengan que venir, que no se derrumbará, porque "Las aguas torrenciales no pueden apagar el amor, ni los ríos anegarlo" (Ct.8,7)

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