sábado, 24 de octubre de 2009

Domingo 25 octubre. Marcos 10,46-52

EVANGELIO

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: - «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.» Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: - «Hijo de David, ten compasión de mí.» Jesús se detuvo y dijo: - «Llamadlo.» Llamaron al ciego, diciéndole: - «Ánimo, levántate, que te llama.» Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: - «¿Qué quieres que haga por ti?» El ciego le contestó: - «Maestro, que pueda ver.» Jesús le dijo: - «Anda, tu fe te ha curado.» Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.

EL EVANGELIO NO ES UN SOMNÍFERO, ES PURA DINAMITA

A veces, las cosas no son fáciles en nuestra vida. Todo se torna oscuro, sin sentido. O porque realmente lo es, o porque así nos lo parece o así lo creemos, por más que los demás nos digan que no es para tanto. Y entonces, sentados al borde del camino de la desesperanza y la oscuridad, como Bartimeo, no esperamos grandes milagros. Sin embargo, ahora, como entonces, cuando ya no se espera nada, aparece Jesús (puede aparecer de muchas maneras y a través de muchas circunstancias: de las palabras de un amigo, de un sencillo gesto de cercanía...) y te llama. Te dice que te espabiles, que mires a tu alrededor y no pierdas ni un segundo en seguir contemplando tu ceguera, que retomes el camino y que si haces tuyo el dolor de los demás es para aliviarlos, no para que te sea una carga. Y ahora, como entonces le pidió a Bartimeo, te pregunta qué quieres que haga por ti. "Tu deseo es tu oración" dice Agustín. Pues eso, desea y pide la curación de tu ceguera, sabiendo de antemano que Él puede curarte. Después, ya sabes, vuelve a seguirle por el camino...

¡Buen domingo!



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