domingo, 25 de abril de 2010

Domingo, de la 4ª Semana de Pascua, Juan 10, 27-30

EVANGELIO

En aquel tiempo, dijo Jesús: - «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»

EL EVANGELIO NO ES UN SOMNÍFERO, ES PURA DINAMITA:

Cuando estás en contacto con mucha gente y tienes la oportunidad de escucharla y de hacer tuyos sus problemas e inquietudes, te das cuanta de que en muchos de ellos hay un anhelo común: Dios. Puede ser que en sus palabras se niegue o se acalle esa inquietud y entonces escuchas cosas como: "No tengo nada con Dios, no creo, estoy muy lejos, esto no v a conmigo..." sin embargo, de una o de otra manera se alude a Él. Y este hecho me hace constatar una realidad: el corazón de la persona ha sido creado para el encuento con Dios Padre, con Jesús. No importa en qué situación esté, ni siquiera la necesidad que tenga de Él, importa que Dios nos ha creado "para que nadie nos arrebate de su mano" y de su mano sentirnos felices. Importa que Él sí que está cerca de nosotros y nos ama y nos sostien. Importa que, pase lo que pase en nuestra vida Él permanece fiel. La verdad es que constatar esta realidad, te hace vivir feliz, feliz. Segura en las manos de nuestro buen padre-madre. Y haber experimentado su cercanía, te hace, sin darte cuenta, transmitirla a todo el mundo sin palabras. Por eso cuando escuchas que no quieren nada con Dios, aseguras de forma contundente: "Pero Él si lo quiere contigo".



No hay comentarios:

Publicar un comentario