jueves, 22 de abril de 2010

Viernes de la 3ª Semana de Pascua

EVANGELIO
Juan, 6, 52-59


En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí: - «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Entonces Jesús les dijo: - «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.» Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.

EL EVANGELIO NO ES UN SOMNÍFERO, ES PURA DINAMITA:

Continuamos en el evangelio de hoy, con el discurso de Jesús sobre el pan de vida. Sí, Él es nuestra verdadera comida. Él es la fuerza que necesitamos para transitar por el duro y, a veces inquietante, camino de la vida. Con Él como alimento, como compañero, como presencia cercana, las montañas se allanan y los valles se hacen fértiles. Pidámosle hoy que ponga en nuestro corazón la certeza de que está siempre a nuestro lado, y pidámosle que nos ayude a reconocerle en los que están cerca de nosotros.

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