jueves, 12 de enero de 2012

Domingo 15 de enero. Jn 1,35-42

EVANGELIO
Al día siguiente, estaba Juan otra vez allí con dos de sus discípulos
y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: "Este es el Cordero de Dios".
Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús.
El se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: "¿Qué quieren?". Ellos le respondieron: "Rabbí -que traducido significa Maestro- ¿dónde vives?".
"Vengan y lo verán", les dijo. Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de la tarde.
Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro.
Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: "Hemos encontrado al Mesías", que traducido significa Cristo.
Entonces lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le dijo: "Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas", que traducido significa Pedro.

EL EVANGELIO NO ES UN SOMNÍFERO, ES PURA DINAMITA:
 
Hay que ver…Juan y los dos discípulos fueron capaces de ver a Jesús y fijarse en El, detener su mirada, y entender al instante que tenían que seguirle. Se dice que eran rudos pescadores, pero nos dan una lección de sensibilidad. Hoy en día Jesús sigue pasando delante de nosotros, pero no nos fijamos y mucho menos detenemos nuestra mirada. Jesús pasa, y no lo hace precisamente cargado de majestuosidad, solemnidad, ni en forma de ritos huecos y vacíos, lo hace encarnado en todos los hombres y mujeres que sufren las injusticias y la marginalidad de nuestro mundo. En los niños explotados buscando coltan imprescindible para nuestro móvil, en el joven desesperado y derrotado que se refugia en la droga, en el emigrante que vende la farola, en el vecino del 5º que esta deprimido y angustiado, en los miles de refugiados y deportados,  en … en … un largo etcétera de ejemplos donde podemos detener la mirada y seguirle, porque el que mira para otro lado y se hace el loco ante situaciones como estas no ha entendido el Evangelio ni la ética de Jesús. Que gran paradoja, ganamos en “titulitis” a los rudos pescadores, pero ellos nos dan mil vueltas en sensibilidad. El que no tenga sensibilidad ni se conmueva ante estas injusticias es porque es un muerto viviente, y pertenece al gran club de los mediocres. Sigamos el ejemplo de Jesús y seamos sensibles, que nuestro corazón sea de carne y no de piedra y que nuestros ojos se detengan y nuestras manos se muevan para desterrar el sufrimiento del hombre. Por cierto, también aparece Pedro en el relato evangélico, si levantara la cabeza, ¿vería a algunos de sus sucesores con esta sensibilidad?...Permitirme que lo dude.

No hay comentarios:

Publicar un comentario