sábado, 11 de febrero de 2012

Domingo 12 de febrero. Mc 1,40-45

 
EVANGELIO

Entonces se le acercó un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: "Si quieres, puedes purificarme".
Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Lo quiero, queda purificado".
En seguida la lepra desapareció y quedó purificado.
Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente:
"No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio".
Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a él de todas partes.
EL EVANGELIO NO ES UN SOMNÍFERO, ES PURA DINAMITA:
Acostumbrados, desgraciadamente, a tantos gestos de frialdad y deshumanización, hoy Jesús se nos presenta conmovido…su corazón se encoge ante las adversidades de los otros y solo tiene gestos y palabras de consuelo y esperanza. Este es el Dios de Jesús, que vive como siente, que se lanza a la aventura de la vida arriesgando en todas sus acciones…no hay más riesgo que no arriesgar…la vida es demasiado corta y frágil como para darle carta de eternidad y permanecer inmóviles en el sillón de casa…Miremos a nuestro alrededor y busquemos a los leprosos de nuestros días, a los que nadie quiere ni siquiera tocar ni ver…si no nos creemos esto, si no nos conmovemos antes las situaciones de dolor e injusticia no leamos nunca más el evangelio, pues estaremos prostituyendo su mensaje…y no es solo conmoverse pasivamente sino que se he de pasar a la acción y aquello que esté en nuestras manos hacerlo para consolar y mitigar el dolor ajeno…no están lejos nuestros leprosos, demasiado cerca como para no verlos y tenderles la mano…

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