Y salieron los fariseos y comenzaron a discutir con él,
pidiéndole una señal del cielo, con el fin de ponerle a prueba. Dando un
profundo gemido desde lo íntimo de su ser, dice: «¿Por qué esta generación pide
una señal? Yo os aseguro: no se dará, a esta generación ninguna señal.»Y,
dejándolos, se embarcó de nuevo, y se fue a la orilla opuesta.
EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:
- 17 grados
al sol, tenemos prójimos que duermen en la calle porque no se atreven a entrar en algunos
albergues y los demás están saturados. Un juez que trabaja en el tribunal de
los Derechos Humanos, inhabilitado, OTROS que son responsables de la seguridad del Estado siguen buscando a dos niños de Cordoba, cuando un padre y una madre sevillanos soportan que los asesinos y violadores de su hija estén
tomando una cervecita por Triana. No hace tanto que nos dicen que robar trajes
no es para tanto y que a cinco millones de parados no se les ocurra llevar el
pan a sus hijos si no es pagado. En un país donde es la
Casa Real la que roba ( infantitas
incluidas) a los que les pagamos los gastos y aplaudimos con las orejas,
mientras el principito (queremos un pisito como el del principito) se va a
esquiar sin Santa Leticia (conversa magna de España) a Sierra Nevada… la Houston se va a criar malvas
después de un tiempo en el alambre, la Iglesia dice que protegió a pederastias, una más
en el elenco, el gobierno recorta en salud y educación, pero da más dinero a
los toros, arriba la fiesta nacional. Los “ni-nis por obligación” llegan a los
35-40años sin salir de las faldas de mama, el coltán nos importa tres cojones
porque no sabemos ni para qué sirve, la policía griega sigue educando a
porrazos en el agora. Cospedal ( esta vez sin peineta) dice que los sindicatos
hacen demagogia, mientras Rubalcaba sigue y nos la clava, la ESPE no llega a fin de mes, y
la Botella
está pensando en pensar, Murdoch nos
recuerda que no hay duros a pesetas, y Obama piensa que canciones vienen bien para sus primarias ( lo
lógico en un grandioso nobel de la paz), un cura se va de misiones al Gran "Fulano", y yo tengo una tos que no se me quita ni con los farias-mini…y los gabachos
no saben que para hacer tortilla hay que tocar los huevos, Rato dice que los políticos
están mal pagados ( tiene razón, deberían cobrar más jarabe de palo), el
presidente del BBVA cobra 5 millones de euros, él , de BANKIA, 4 millones, ( también es verdad que robo y mato más en el FMI con sus planes de ajuste), desde hoy la
reforma laboral permite despedir en 20 días, los indígenas de Panamá mueren a
manos del egoísmo de multinacionales occidentales…. Y algunos piden una SEÑAL…
¿ Qué señal? Y eso que esto sólo son noticias de un par de semanas. El Evangelio es
la señal, la prioridad son los pobres, se recorta el Evangelio cuando es
nuestra comodidad y placer lo primero, cuando el prójimo dolorido no nos importa.
Mucha gente quisiera que los pobres y la pobreza fuera voluntad de Dios, pero
la fusca creemos y sabemos que no es voluntad de Dios que unos tengan todo y
otros no tengan nada. No es de Dios la injusticia y la desigualdad. De Dios es
que todos sean felices. Cuanta mierda y cuánto perfecto cabrón…P´alante … no
andéis esperando señales.
"La pobreza no es algo natural, ha sido generada por el hombre y puede ser superada y erradicada por las actuaciones de los seres humanos.
ResponderEliminarAcabar con la pobreza no es un gesto de caridad, es un acto de justicia. Es la protección de un Derecho Humano fundamental: Derecho a la Dignidad y a una Vida Decente". Nelson Mandela.
QUE NO SE NOS OLVIDE.
Feliz semana a todos.
Como de costumbre, es decir siempre...decir algo más o menos es cagarla....me quito el sombrero...
ResponderEliminarinconmensurable comentario del colmo.... (Desde el Cerrato Palentino, o lo que quede de él a estas horas de la madrugada heladora...)
Yo también me quito el sombrero (impresionante) y os dejo un articulo que lei hace unos días.
ResponderEliminarBuena semana para la fusca.
Ventura
UN CIERTO SILENCIO
Lo que quiero ahora
Será porque tres de mis más queridos amigos se han enfrentado inesperadamente estas Navidades a enfermedades gravísimas. O porque, por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada material pero tiene el corazón y la cabeza más sana que he conocido y cada día aprendo de él algo valioso. O tal vez porque, a estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá, porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación –al menos la sensación– de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.
Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.
Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.
Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo.
(Angeles Caso)