jueves, 16 de febrero de 2012

Marcos 8: 34 - 38. Viernes.17 de febrero




Llamando a la gente a la vez que a sus discípulos, les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida? Pues ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida? Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.»
EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:
No se trata de vivir con los demás, sino de desvivirse por los demás.
Ha llegado la hora: lo sabemos porque estamos hasta los cojones, porque nos pesa más la moral que la mochila, porque tenemos en mente más la nostalgia que la esperanza, porque nos hemos cansado de tanto gilipollas de la zona gris, y queremos encontrarnos con la gente que da color y calor al mundo… es la hora de seguir en la lucha, de entregar la vida, que el grano de trigo caiga en tierra. Es Jesús quien nos avisa, entra en la realidad humana; llena de injusticia, odio, opresiones, soledad, cansancio.... y no puede ni quiere evadirse. El que no teme ni a la propia muerte, se hace invencible, totalmente libre. No tiene obstáculo para la entrega, si empieza a poner límites al compromiso es que empieza a aflojar en la lucha, apegarse a la vida, abdicar de los proyectos más nobles, ceder a las amenazas y cometer injusticias o callarse ante ellas…. Que es lo exactamente lo mismo.
Ensanchar el alma, coño. P´alante
            

1 comentario:

  1. Hay un mundo dentro de mi alma:
    No visto, no conocido, no oído.
    Y nadie se atreve a poseer mi alma:
    Ni de pensamientos ni de obra ni palabra.
    No ondea bandera alguna sobre esta alma:
    Ni mapas ni planos ni leyes.
    Y nadie es capaz de entrar allá dentro:
    Ni con espadas ni con dientes ni con zarpas.
    Dentro de mi alma yace una libertad:
    Intacta, sin mancha.
    Una libertad que nadie puede violar:
    Ni ley, ni lucha, ni victoria.
    Esa libertad es el evangelio.

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