Se celebró por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era
invierno. Jesús se paseaba por el Templo, en el pórtico de Salomón. Le rodearon
los judíos, y le decían: «¿Hasta cuándo vas tenernos en vilo? Si tú eres el
Cristo, dínoslo abiertamente.» Jesús les respondió: «Ya os lo he dicho, pero no
me creéis. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio
de mí; pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas
escuchan mi voz; yo las conozco y ellas mi siguen. Yo les doy vida eterna y no
perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. El Padre, que me las ha
dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del
Padre. Yo y el Padre somos uno.»
EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:
La fiesta de la dedicación: ¡¡¡¡ a la fusca nos gusta la
fiesta!!!!!
Obras son amores y no buenas razones… Jesús apela a sus
obras para acreditar su dignidad. Eso es un deber en la fusca… nos
conocerán por las obras. Otros viven de discursos
y desfiles, por favor, no debemos caer en este juego.
Jesús
ensalza lo vivencial sobre lo racional. Y en nombre de Dios le tachan de
blasfemo e intentarán lapidarlo, a cuántos en nombre de Dios no nos han
intentado lapidar, jajaja, a mi: si. Yo me uno, una vez más, a Jesús de
Nazareth para deciros que es absurdo tal creencia … se auto-nombran portavoces de
Dios para joder al prójimo, ¿ qué Dios es ese?
Jesús entregado sin reservas al prójimo, ese es el pasaporte
que presenta antes los fanáticos religiosos de su tiempo. No le falta el
compromiso, es lo que cuenta. La fe sin obras no vale nada, la fusca soltamos
amarras nos comprometemos y por eso estamos al lado de Dios. P´alante
No hay comentarios:
Publicar un comentario