Y sucedió que, de camino a Jerusalén, pasaba por los
confines entre Samaría y Galilea,
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y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez
hombres leprosos, que se pararon a distancia
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y, levantando la voz, dijeron: «¡Jesús, Maestro, ten
compasión de nosotros!»
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Al verlos, les dijo: «Id y presentaos a los sacerdotes.» Y
sucedió que, mientras iban, quedaron limpios.
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Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a
Dios en alta voz;
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y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le
daba gracias; y éste era un samaritano.
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Tomó la palabra Jesús y dijo: «¿No quedaron limpios los
diez? Los otros nueve, ¿dónde están?
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¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este
extranjero?»
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Y le dijo: «Levántate y vete; tu fe te ha salvado.»
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EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:
10/1: BUENA PROPORCIÓN. Otra vez un samaritano, alguien odiado,
con mala reputación y muy alejado de lo que se llamaría políticamente correcto.
De
los diez leprosos sólo un vuelve a dar gracias a Dios, y el que vuelve es el
más alejado, el extranjero, el pecador, el excluido,... porque ha descubierto
que el amor, es la norma por excelencia, lo descubrió en el contacto directo
con Jesús.
El mismo Papa en el libro que recientemente ha llegado a las librerías espeñolas, dice echar de menos otra iglesia, nosotros la fusca también la
echamos en falta…Una Iglesia fiel a Jesús está llamada a sorprender a la
sociedad con gestos públicos de bondad, rompiendo esquemas y distanciándose de
estrategias, estilos de actuación y lenguajes agresivos que nada tienen que ver
con Jesús, el profeta que bendecía a las gentes con sus gestos y palabras de
bondad.
Un joven inquieto se presentó a un sacerdote:
-
busco a Dios.
El
reverendo le echo un sermón. Acabado el sermón el joven se fue triste en busca
del obispo. Le dijo: busco a Dios.
El
obispo solemnemente le explicó con un gran discurso todas los secretos y
teorías sobre Dios.
Cansado
y llorando fue a buscar al Papa. EL papa desconcertado, le preguntó: ¿por qué
lloras?
Contestó
el joven: busco a Dios. Y el Papa le leyó su última encíclica.
-
el joven dijo: Busco a Dios y me dan palabras.
Aquella
noche el sacerdote, el obispo y el papa tuvieron el mismo sueño. Soñaron que
morían de sed y que alguien trataba de aliviarles con un largo discurso sobre
el agua.
P´alante
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