Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar
siempre sin desfallecer.«Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni
respetaba a los hombres. Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él,
le dijo: "¡Hazme justicia contra mi adversario!"Durante mucho tiempo
no quiso, pero después se dijo a sí mismo: "Aunque no temo a Dios ni
respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer
justicia para que no venga continuamente a importunarme."»Dijo, pues, el
Señor: «Oíd lo que dice el juez injusto; y Dios, ¿no hará justicia a sus
elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar? Os digo que
les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la
fe sobre la tierra?»
EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:
la parábola nos enseña:
-
la debilidad ( la viuda) prevalece sobre la
fuerza.
-
No nos debemos dejar impresionar por las
dificultades invencibles.
-
La mejor arma la tenemos dentro de nosotros.
Nuestro corazón.
-
No ceder al cansancio, caminar paso a paso.
-
Ser capaces de sorprendernos para ver y mirar con
optimismo.
-
Dar una palabra de aliento a quien lo necesite.
-
Tenemos que humanizar la vida, el mundo y la Iglesia.
El cristiano tiene una misión: SEGUIR
GRITANDO. Nos esperan incomprensiones, sufrimientos, críticas y
sinsabores, pero no podemos vender tan barato nuestro corazón, si es que nos
fiamos de ese tal Jesús de Nazareth, que vino para dar la vuelta al mundo, y
para que a viudas insignificantes las escuchen jueces egocéntricos. P´alante
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