EVANGELIO:
«Cuidad de no practicar vuestra
justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no
tendréis recompensa de vuestro Padre celestial.
Por tanto, cuando hagas limosna,
no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas
y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo
que ya reciben su paga.
Tú, en cambio, cuando hagas
limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha;
así tu limosna quedará en
secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
«Y cuando oréis, no seáis como
los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las
plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya
reciben su paga.
Tú, en cambio, cuando vayas a orar,
entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está
allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
«Cuando ayunéis, no pongáis cara
triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean
que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes,
perfuma tu cabeza y lava tu rostro,
para que tu ayuno sea visto, no
por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre,
que ve en lo secreto, te recompensará.
EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO,
ES PURA DINAMITA:
El hombre y la mujer que presumen
de ser muy religiosos, suelen serlo disfrazados, esos que se revisten de buenas
obras y las proclaman: limosnas, plegarias, ayunos, rosarios, quinarios,
novenas, cumplen la ley, y exigen que
Dios esté de su lado. Sin embargo, Dios no entiende de fachadas blanqueadas, de
desfiles de hipocresía bañadas en una piedad ridícula y farisaica que se
alimenta del cumplimiento: cumplo y miento.
El Dios de Jesús no es el del
teatro y el postureo sino el del Amor.
El seguidor de Jesús vive de la
sencillez, esa que reconoce que un pobre guía a otro pobre de la mano, donde
hay algo de comer, algo que compartir, y algo que vivir… cuando lo encuentran,
juntos viven una fiesta, de vida sin fin.
Estamos acostumbrados a ver que
se juega con Dios y, con Dios no se juega, tampoco con nadie. Hay quien está
pendiente de comprar a Dios, con oraciones, con echar dinero en el cestillo de
la Iglesia, con proclamar lo bueno que hacemos cada día, lo que oramos, o lo
que hacemos por el Evangelio, cuando el Evangelio clama silencio y humildad,
trabajo y esfuerzo incondicional y gratuito, sin atarse a estructuras y sin
esperar nada a cambio.
Hablando de teatro, postureo y
parafernalia barnizada de pan y circo…la que se está liando en Madrid con
motivo de la coronación…bandos de botellas, fotos de príncipes y princesas….en
definitiva un cuento de hadas, cuando lo que necesitamos es menos cuento y más
acción.
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