lunes, 2 de junio de 2014

EVANGELIO:

Así habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que tú le has dado.
Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese. He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos del mundo. Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu Palabra. Ahora ya saben que todo lo que me has dado viene de ti; porque las palabras que tú me diste se las he dado a ellos, y ellos las han aceptado y han reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han creído que tú me has enviado.
Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos.
Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros.


  EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:
                                           
La vida eterna, ese gran anhelo de todos… la vida no tiene punto y final. Pertenecemos a la selección nacional de los resucitados. El eco de la vida: la vida es el reflejo de nuestras acciones… si deseas amor, da amor, si deseas felicidad, da felicidad. Si deseas una sonrisa, sonríe.
Cuentan que en un cementerio cuando enterraban a la gente, en la lápida, ponían unas cifras, algunos tenían años y meses, otros días, otros horas….un niño le preguntó a su abuela que qué significaban esos números. El abuelo le contestó, que no eran sino la suma de los momentos en los que verdaderamente habían estado vivos las personas, y no sobreviviendo, quejándose, etc….¿Qué cifra tendrás tú?....
Nada debe empujarnos tanto a vivir apasionadamente como la certeza de que nuestra vida será corta. ¡ hay que quererse deprisa! ¡ hay que quererse ahora, en estos pequeños, cortos años! A Jesús no le resucitó nadie. Le resucitó su vida. Alguien que había vivido amando tanto no podía morir, estaba tan vivo que la muerte no pudo vencerlo. Muy distinto a nosotros que gran parte de nuestra vida somos unos muertos vivientes.

No hay que vivir para un día morir, sino que vivimos para un día resucitar.

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