EVANGELIO
Yo ya no estoy en el mundo, pero
ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, cuida en tu nombre a
los que me has dado, para que sean uno como nosotros. Cuando estaba yo con
ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado. He velado por ellos y
ninguno se ha perdido, salvo el hijo de perdición, para que se cumpliera la
Escritura. Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas en el mundo para que tengan
en sí mismos mi alegría colmada. Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha
odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo. No te pido que los
retires del mundo, sino que los guardes del Maligno. Ellos no son del mundo,
como yo no soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad. Como
tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo. Y por ellos me
santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad.
EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO,
ES PURA DINAMITA:
No se trata de un texto que quiera resaltar la idea de que Jesús no pertenecía al mundo,
que estaba alejado de él, sino más bien es un texto para indicarnos el triunfo
de la resurrección.
Jesús es fiel a los suyos,
cualidad siempre admirada por el ser humano auténtico, la fidelidad a unas
personas, ideas, sueños, convicciones. Jesús llama a cumplir la misión, el
mundo se rige por el egoísmo: primas de riesgo, rescates, acumular riqueza,
posesiones, poder, prestigio, fama… el discípulo se rige por el amor. Panorama difícil
y contrario donde los haya.
Cuando el amor erradique al
egoísmo será el momento de la Verdad. No podemos ceder al egoísmo. La verdad no se posee, se busca… y se
encuentra poco a poco, y así nace la
nueva humanidad de la mano de Jesús de Nazareth.
Así deberíamos funcionar como
Iglesia:
- Apostar por la Verdad
- Unidos por el amor
- Dar la vida por la justicia y
libertad de todos
- Ser valientes y “corajudos”
para hacer y decir sin miedo a nada ni nadie.
Ánimo pués.
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