martes, 22 de marzo de 2011

Miércoles 23 de marzo. Mt 20, 17-28

EVANGELIO
Cuando Jesús se dispuso a subir a Jerusalén, llevó consigo sólo a los Doce, y en el camino les dijo: "Ahora subimos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Ellos lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que sea maltratado, azotado y crucificado, pero al tercer día resucitará". Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo. "¿Qué quieres?", le preguntó Jesús. Ella le dijo: "Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda". "No saben lo que piden", respondió Jesús. "¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?". "Podemos", le respondieron. "Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre". Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".

EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:

Dos detalles que considero son de vital importancia en este relato que nos ocupa y que lucen como la primavera recién estrenada. Por un lado, una afirmación que no nos debe dejar indiferentes y que tiene muchas connotaciones: de la muerte de Jesús no fueron responsables los judíos o el pueblo de Israel, sino los sumos sacerdotes, es decir, los dirigentes de la religión y supremos mandatarios del templo. Que curioso y paradójico, Jesús fue considerado peligroso por la religión de su tiempo, y lejos de haber evolucionado, podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que Jesús y su Evangelio siguen siendo un grave problema para la religión y la Iglesia de nuestro tiempo. ¿Cómo compaginar el amor universal por los pobres, con la altanería y vergüenza atroz de sus dirigentes?, ¿Cómo hablar de Jesús y callar, como callan, ante las injusticias?, ¿Cómo no amar al prójimo en forma de homosexual, lesbiana, divorciado y luego consagrar el pan y el vino?...por estas y muchas razones más Jesús hoy seguiría siendo un quebradera de cabeza para la religión y sus máximos exponente, y como me gusta afirmarlo y creerlo.
Y el otro detalle, muy relacionado con el anterior, que hace referencia a la sencillez y al servicio entregado de aquellos que quieran seguirle. Nada de aplausos, ni primeros sitios, nada de Conferencias Episcopales, ni tronos púrpuras, nada de bastones de mando insultantes ni alfombras propias de película. Lo que se pide es servicio desinteresado, entrega sin medida y humanidad a raudales. Como dijo el gran obispo proscrito, el francés Jacques Gaillot: Una Iglesia que no sirve, no sirve para nada. Apliquémonos el cuento y no divaguemos en memeces insustanciales. La vida es un teatro y algunos se empeñan en no bajarse del escenario, sea al precio que sea. En nuestro nombre NO.

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