lunes, 2 de febrero de 2009

Martes, 3 de febrero. Marcos 5, 21-43

EVANGELIO

Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: -«Mi hija se está muriendo; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva. » Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba. Habla una mujer que padecía flujos de sangre desde hacia doce años. Muchos médicos la hablan sometido a toda clase de tratamientos, y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se habla puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando: -«¿Quién me ha tocado el manto?» Los discípulos le contestaron: -«Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: "¿Quién me ha tocado? " » Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. Él le dijo: -«Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y libre ya de tu enfermedad» (…) Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo: -«¿Por qué lloráis de esa manera? La niña no está muerta, está dormida.» Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: -«Talitha qum» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»). La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar.

EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:

“Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba”. Ves cómo te apretuja (te oprime, te aprieta) la gente y preguntas…”
Y es que no sólo el mensaje de Jesús, si no sus hechos, sus palabras, su Persona debían atraer tanto, que los que le conocían, no podían por menos que seguirlo, bueno, mucho más (como vemos en este Evangelio) buscarse un lugar privilegiado para estar cerca de Él, aunque eso supusiera algún que otro empujón.
Esto siempre me ha llamado la atención y me ha hecho pensar en mi propia vida.
Si realmente oprimiera, oprimiéramos, "apretujáramos" o buscáramos dentro de nosotros, en cada persona que pasa a mi, nuestro lado, en su Palabra, etc, a Jesús, veríamos con nuestro propios ojos lo que vieron los que lo seguían: "La niña no está muerta, sólo dormida" "Notó que su cuerpo estaba curado", y todo a nuestro alrededor cobraría un nuevo sentido: Experimentaríamos, bueno...¡podemos experimentar!, la liberación que nos viene de Él:
"Levántate y anda", "Vete en paz y libre ya de tu enfermedad", y esta liberación/ salvación necesariamente nos tiene que impulsar a amar a los demás, especialmente a los que más sufren o más necesitan de nosotros.

3 comentarios:

  1. Que fe tan grande tendría esta mujer para acercarse en medio de tanta gente y tocar el manto. Y que sensibilidad tan especial para que Jesús se diera cuenta de que alguien con una necesidad, con un sufrimiento toca su manto con esperanza. Para mi esta sensibilidad es lo que hace diferente a Jesús de Nazareth.
    ¡¡ gracias por tan interesante comentario al Evangelio!!

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  2. Una vez más vemos el modo de ser y de actuar del nazareno.No hay que hacer grandes cosas con Él, sólo acercarse, y la respuesta es inmediata; te habla, te mira, te cura y te incluye de nuevo,es devolver la dignidad a quien la tiene perdida. Como la mujer, repudiada y rechazada por los flujos de sangre; impura.
    ¿Os imaginais a una mujercilla impura haciendose hueco para tocarlo?
    Pues eso, nos toca también incluir, devolver la dignidad a quien otros se la quitan

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  3. ¡LEVÁNTATE! Esta es la palabra de Jesús que quiero que quede hoy en mi corazón. Jesús viene a levantarnos, a liberarnos de lo que nos oprime y nos bloquea... Le pido hoy que nos ayude a dar ese paso en la confianza de sabernos acompañados por Él...

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