jueves, 19 de febrero de 2009

Viernes 20 de febrero. Mc 8, 34-9,1

EVANGELIO

En aquel tiempo, Jesús llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: -«El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi y por el Evangelio la salvará. Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿0 qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mi y de mis palabras, en esta generación descreída y malvada, también el Hijo del hombre se avergonzará de él, cuando venga con la gloria de su Padre entre los santos ángeles.» Y añadió: -«Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto llegar el reino de Dios en toda su potencia

EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:

Quien tuviera en su mente el pensamiento de que el seguimiento de Jesús implica tranquilidad y sosiego permanente, habrá tenido hoy un sobresalto al leer el Evangelio. Nadie, ni el mismo Jesús, ha dicho nunca, que su seguimiento sea fácil, sino todo lo contrario, supone dejar de mirarse el ombligo para mirar a los ojos de los demás, supone trabajar diariamente, sí repito, diariamente (no solo cuando me apetezca o esté de buen ánimo) por la instauración del Reino, aquí y ahora, es en el más acá y no es el más allá, supone denunciar las injusticias y no ser yo el que las protagoniza…en definitiva es un camino de esfuerzo y superación que tiene como regalo la felicidad que regalas a los otros y que se vuelve a ti en grado sumo. Luchemos por hacer a los demás más buenas personas y más felices, porque si no ¿qué sentido tiene nuestra religión? ¿para qué sirve?...el seguimiento de Jesús, que no es fácil, tiene como “daños colaterales” el que los que nos observen y miren vean en nosotros personas esperanzadas y esperanzadores…ánimo pues, y al turrón….

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