viernes, 27 de febrero de 2009

Viernes 27 de febrero de 2009, Mateo 9, 14-15

EVANGELIO:

En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: - «Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?» Jesús les dijo: -«¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunaran.»

EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:

Jesús resucitado está en medio de nosotros, y esto nos hace vivir en una alegría continua, vamos, como si estuviéramos de boda siempre; invitados, y Jesús, el novio. Por eso, no hay lugar en nuestra existencia, como no la había entre los discípulos de Jesús para la tristeza o el luto. No podemos vivir tampoco una experiencia cristiana de sólo prácticas exteriores, que no salen del corazón y que no ayudan a nadie. El ayuno que se nos pide y de lo que nos podemos privar no coincide, muchas veces, con lo que se nos ha dicho muchas veces. El profeta Isaías, expone claramente en qué consiste ese ayuno: en hechos y actitudes que liberan y ofrecen mayor diginidad a los que tenemos cerca. "El ayuno que yo quiero es éste: Abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos; partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo, y no cerrarte a tu propia carne".
Si tratamos de vivir así, de "ayunar" de opresión, palabras injustas, actitudes prepotentes, "el novio", Jesús estará siempre con nosotros y nuestra vida, será, lo decíamos al principio, una fiesta continua.

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