viernes, 13 de noviembre de 2009

Sábado, 14 de noviembre de 2009. Lucas 18, 1-8

EVANGELIO

En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: -«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario." Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara. "» Y el Señor añadió: -«Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»

EL EVANGELIO NO ES UN SOMNÍFERO, SI NO PURA DINAMITA

Hay una mentalidad presente ya en el Antiguo Testamento, de la que, por desgracia, participan muchos, incluso creyentes: "A los malos siempre les va bien, y cuanto peores sean, mejor les van las cosas. Ya en el salmo 72 el salmista se expresaba así: " Para ellos no hay sinsabores, no pasan las fatigas humanas, ni sufren como los demás".

Pues el evangelio de hoy viene a contradecir esta mentalidad. Nos presenta a un Dios justo. Bueno, Dios es un padre justo. Un padre que nos escucha siempre, conoce las injusticias que se cometen contra sus hijos más débiles y "se duele" de ellas. Dios padre justo, nos ha puesto a nosotros en la tierra para aliviar ese sufrimiento, para denunciarlo y para recordar que, tarde o temprano, Él pone a las personas y a las cosas en su sitio. Continúa el salmo 72: "Comprendí el destino de ellos (de los injustos, de los que denigran la dignidad de los demás con su prepotencia): los pones en el resbaladero y los precipitas en la ruina, en un momento causan horror y acaban consumidos de espanto"

Por ello, también con el salmista y fiados de la palabra de Jesús, pongamos nuestra confianza en el único que sabe llevar a buen puerto todas nuestras inquietudes y desconsuelos: "Yo siempre estaré contigo, tú agarras mi mano derecha, me guías según tus planes y me llevas a un destino glorioso. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, hacer del Señor mi refugio y contar todas tus acciones en las puertas de Sión"




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