jueves, 12 de noviembre de 2009

Viernes, 13 de noviembre de 2009. Lucas 17, 26-37

EVANGELIO

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del hombre. Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva. Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda guardarse su vida la perderá; y el que la pierda la recobrará. Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán. » Ellos le preguntaron: -«¿Dónde, Señor?» Él contestó: -«Donde se reúnen los buitres, allí está el cuerpo.»

EL EVANGELIO NO ES UN SOMNÍFERO, SI NO PURA DINAMITA

“El tinglado de este mundo se termina” dirá san Pablo, y nosotros todavía no acabamos de enterarnos de que esto se termina. Bueno, no queremos enterarnos,más bien. Y entonces disfrazamos la muerte y maquillamos a nuestros muertos. Los velamos en salas que parecen salitas de hotel mientras charlamos o tomamos los caramelitos que nos ofrece la empresa mortuoria. Hacemos todo lo posible para que este paso, obligado por cierto, sea o parezca nada, un trámite más… nos negamos a nombrarlo por su nombre y lo llamamos de forma eufemística: fallecer, fenecer o “nos ha dejado”. Entonces… ¿qué hacer? Vivir agobiados por la idea de la muerte? ¿Vivir como si nada puesto que al final nadie se queda aquí para siempre?
¿Se te ocurre una forma mejor? A mí sí. Vivir en plenitud cada instante de nuestra vida presente. Aprovechar cada oportunidad, cada circunstancia para demostrarte a ti mismo que esta vida, la tuya, merece la pena. Tener un corazón agradecido y sentirte agraciado ante “tanto don inmerecido”. Sentirte en paz contigo mismo porque das sentido a tu vida dándote y gastándote por los demás. Olvidarte de ti mismo, de tu cansancio, de cómo te sientes, de si te dan o no lo hacen y empeñándote en construir un mundo más justo, más humano, en definitiva.
La verdad es que una vida así poco tiene que ver con la muerte. Poco dice de la muerte, ¿verdad?
La familia agustiniana celebra hoy el nacimiento de Agustín y la fiesta de todos los santos de la Orden.

Que ellos nos ayuden desde el Cielo y nos enseñen a vivir nuestro encuentro cotidiano con Jesús, la amistad entre nosotros y el servicio a los demás. Nuestra vida, como la suya, cobrará un nuevo sentido.

¡Feliz fin de semana!



No hay comentarios:

Publicar un comentario