martes, 9 de noviembre de 2010

Miércoles, 10 de noviembre de 2010. Lucas 17,11-19.

Evangelio

Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea. Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: "¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!". Al verlos, Jesús les dijo: "Vayan a presentarse a los sacerdotes". Y en el camino quedaron purificados. Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano. Jesús le dijo entonces: "¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?". Y agregó: "Levántate y vete, tu fe te ha salvado".


EL EVANGELIO NO ES UN SOMNÍFERO, ES PURA DINAMITA:

Hoy quiero pedirte, Jesús, que me sanes. Que me cures de la lepra del egoísmo y de la autosuficiencia. Que estés cerca de mí, aunque yo no lo esté de ti. Que me des una mirada limpia para reconocerte, a pesar de tantos signos, que se empeñan en ocultar tu rostro, tu presencia. Que me ayudes a no caer en la prepotencia, ni en la falta de agradecimiento. Que entienda que todo viene de ti, y que lo que he recibido gratis, tengo que darlo gratis.
Quiero pedirte también, que nos libres de la lepra de la opresión, de la injusticia, de la intolerancia. Que libres a tantos hermanos que sufren la enfermedad, la guerra, el odio y la muerte. Y que dispongas nuestro corazón y nuestros brazos para no quedarnos parados ante todo esto y trabajemos para construir un mundo más justo.

En fin, Jesús, límpianos, sánanos y danos un corazón agradecido.

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