miércoles, 10 de noviembre de 2010

Viernes, 12 de noviembre de 2010. Lucas 17,26-37.

Evangelio

En los días del Hijo del hombre sucederá como en tiempos de Noé. La gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y llegó el diluvio, que los hizo morir a todos. Sucederá como en tiempos de Lot: se comía y se bebía, se compraba y se vendía, se plantaba y se construía. Pero el día en que Lot salió de Sodoma, cayó del cielo una lluvia de fuego y de azufre que los hizo morir a todos. Lo mismo sucederá el Día en que se manifieste el Hijo del hombre. En ese Día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, no baje a buscarlas. Igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás. Acuérdense de la mujer de Lot. El que trate de salvar su vida, la perderá; y el que la pierda, la conservará. Les aseguro que en esa noche, de dos hombres que estén comiendo juntos, uno será llevado y el otro dejado; de dos mujeres que estén moliendo juntas, una será llevada y la otra dejada". Entonces le preguntaron: "¿Dónde sucederá esto, Señor?". Jesús les respondió: "Donde esté el cadáver, se juntarán los buitres".


EL EVANGELIO NO ES UN SOMNÍFERO, ES PURA DINAMITA:


¡Cuánta escatología! “El tinglado de este mundo se termina” dirá san Pablo, y nosotros todavía no acabamos de enterarnos de que esto se termina. Bueno, no queremos enterarnos,más bien. Y entonces disfrazamos la muerte y maquillamos a nuestros muertos. Los velamos en salas que parecen salitas de hotel mientras charlamos o tomamos los caramelitos que nos ofrece la empresa mortuoria. Hacemos todo lo posible para que este paso, obligado por cierto, sea o parezca nada, un trámite más… nos negamos a nombrarlo por su nombre y lo llamamos de forma eufemística: fallecer, fenecer o “nos ha dejado”. Entonces… ¿qué hacer? Vivir agobiados por la idea de la muerte? ¿Vivir como si nada puesto que al final nadie se queda aquí para siempre? ¿Se te ocurre una forma mejor? A mí sí. Vivir en plenitud cada instante de nuestra vida presente. Aprovechar cada oportunidad, cada circunstancia para demostrarte a ti mismo que esta vida, la tuya, merece la pena. Tener un corazón agradecido y sentirte agraciado ante “tanto don inmerecido”. Sentirte en paz contigo mismo porque das sentido a tu vida dándote y gastándote por los demás. Olvidarte de ti mismo, de tu cansancio, de cómo te sientes, de si te dan o no lo hacen y empeñándote en construir un mundo más justo, más humano, en definitiva.
La verdad es que una vida así poco tiene que ver con la muerte. Poco dice de la muerte, ¿verdad?

¡FELIZ FIN DE SEMANA!

1 comentario:

  1. "Llévame al Cielo, oh Señor, porque morir es con mucho lo mejor, estar contigo" Esto les dice San Pablo en la epístola a los filipenses. Qué difícil es de entender. No debemos querer la muerte porque si, porque sería despreciar la vida.Pero no debemos temerla, vivir el momento y vivir sin miedos, siempre p,alante.

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