jueves, 14 de febrero de 2013

Sábado 16 de febrero. Lc 5,27-32

EVANGELIO
Después Jesús salió y vio a un publicano llamado Leví, que estaba sentado junto a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme".
El, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.
Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su casa. Había numerosos publicanos y otras personas que estaban a la mesa con ellos.
Los fariseos y los escribas murmuraban y decían a los discípulos de Jesús: "¿Por qué ustedes comen y beben con publicanos y pecadores?".
Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos.
Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan".

EL EVANGELIO NO ES UN SOMNÍFERO, ES PURA DINAMITA.

Hoy os vamos a dejar con un comentario a este Evangelio que hizo San Rafael Arnáiz, durante su estancia en el Monasterio de la Trapa en Dueñas, Palencia. A pocos Km de donde me encuentro escribiendo este comentario está dicho monasterio y me siento identificado por la cercanía física y por lo cierto de sus palabras acerca de la libertad:

“Abandonándolo todo, se levantó y lo siguió”
Por encima del Monasterio pasan volando algunos días, aviones que surcan el cielo con velocidades prodigiosas. El ruido de sus motores atemoriza a los pajarillos que anidan en los cipreses de nuestro cementerio. Enfrente del convento y atravesando la finca, existe una alquitranada carretera por la que circulan a todas horas camiones y coches de turismo, para los cuales la vista del monasterio no ofrece ningún interés. También atraviesa los campos de la Trapa, una de las principales vías férreas de España... Todo eso, dicen que es libertad... Más el hombre que medite un poco, verá cuán engañado está el mundo en medio de eso que él llama libertad...

¿Dónde está pues la libertad? Está en el corazón del hombre que no ama más que a Dios. Está en el hombre cuya alma, ni está apegada al espíritu ni a la materia, sino sólo a Dios. Está en esa alma, que no se supedita al “yo” egoísta, en esa alma que vuela por encima de sus propios pensamientos, de sus propios sentimientos, de su propio sufrir y gozar. La libertad está en esa alma cuya única razón de existir es Dios, cuya vida es Dios y nada más que Dios. El espíritu humano es pequeño, es reducido, está sujeto a mil variaciones, altas y bajas, depresiones, decepciones, etc... y el cuerpo... ¡con tanta flaqueza!

La libertad está, pues, en Dios y el alma que de verás saltando por encima de todo, asiente en Él su vida, se puede decir que goza de libertad dentro de lo que cabe, para el que aún está en el mundo.

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