viernes, 26 de abril de 2013

Sábado 27 de abril. Jn 14,7-14

EVANGELIO:
Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto.»
Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.»
Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"?
¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras.
Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras.
En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre.
Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré.
EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:
Yo me voy al Padre, dice Jesús , y lo que pidáis en mi nombre yo lo haré. A veces el seguimiento de Jesús nos exige renuncias , pero siempre termina en  lo mejor para nosotros, aunque a veces no lo entendamos.
No nos deja huérfanos. Es la fuerza, la amistad, la ternura y sensibilidad la que marcará los pasos de los seguidores. Sólo hay espíritu donde se revela y manifiesta el Dios de Jesús. Nada más... aunque aparentemente en reuniones y lugares sagrados se invoque al espíritu, éste sólo está presente donde Jesús es anunciado con hechos, no con doctrina. Un mundo nuevo, una nueva humanidad pide paso, es el espíritu del crucificado (del parado, del desahuciado, del extranjero...) quien lo guía. Es una gran esperanza.

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