sábado, 9 de mayo de 2009

Domingo.10 de mayo. Jn 15, 1-8

EVANGELIO:
Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo poda para que dé más fruto.
Vosotros estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí no podéis hacer nada.
Al que no permanece en mí, lo tiran fuera, como al sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que deseéis y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.
EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:
Aquí hay una cosa clara: el amor lleva a la muerte por el amado. El discípilo sabe que si es auténtico, debe beber del mismo cáliz. Eso no es fácil, es más cómodo ser mediocre y justificar cualquier intento de aceptar cruces.
La práctica cristiana de hoy en día debe dar muchas vueltas para llegar a ser lo que Jesús de Nazareth creyó un día. Empezando por eso tan grande que dice el Evangelio de hoy: vivir unidos. Las unidad no es una realidad en el cristianismo de hoy en día. Sin embargo, si hay mucha gente unida a Jesús por algo tan misterioso que se llama caridad por el hermano. Ese compromiso real por el hermano menor, el necesitado, el sin voz,..., es el fruto de tantos que siguen unidos a la Vid. Son una buena cosecha.

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