lunes, 21 de noviembre de 2011

Lucas 21: 5 - 11. Martes 22 noviembre


EVANGELIO:

Como dijeran algunos, acerca del Templo, que estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, él dijo:

«Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida.»

Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?»

El dijo: «Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: "Yo soy" y "el tiempo está cerca". No les sigáis.

Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato.»

Entonces les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino.

Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo.


EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:

La destrucción del templo. No de cualquier templo, sino del templo de Jerusalén, es señal del fin de los tiempos. Y el templo era suntuoso, maravilloso, de un poder y una belleza impresionante, con piedras y ofrendas votivas de un valor incalculable, con un colorido extraordinario, como los mapas de España de los periódicos de hoy que yo pensaba que ahora vivíamos en el País de los Pitufos. El templo caerá, como todos los poderes pasajeros, tan hipócritas como débiles. No quedará piedra sobre piedra…. ¿qué quiere decir? Que la relación del hombre con Dios no es a través de signos, sino cara a cara, de tú a tú, en comunicación de vida. No valen justificaciones y medias tintas, ahora jugamos en el día a día, cara a cara. El templo para los judíos es seguridad. Si el templo está, sabrían como tenía que vivir. Si falta el templo, no sabrían cómo llegar a Dios. Hay una invitación a salir del templo... ¡cuánto antes!

-          Lo justo es seguir trabajando sin desánimo,  a pesar de los terremotos de la vida, la peste del sufrimiento y el hambre de los mismos de siempre… luchar para que todo sea más humano, también la Iglesia. No adorar becerros de nostalgia, rendirse sin luchar, es un desprecio al Dios que invita a caminar y salir de los bellos templos, para entrar en los templos que son las personas. P´alante, queda por hacer.

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