viernes, 11 de noviembre de 2011

Mat 25,14-30-. Domingo 13 de noviembre

EVANGELIO:
«Es también como un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda:

a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó.

Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco.

Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos.

En cambio el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor.

Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos.

Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado."

Su señor le dijo: "¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor."

Llegándose también el de los dos talentos dijo: "Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado."

Su señor le dijo: "¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor."

Llegándose también el que había recibido un talento dijo: "Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste.

Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo."

Mas su señor le respondió: "Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí;

debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses.

Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los diez talentos.

Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.

Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes."


EL EVANGELIO NO ES UN SOMNIFERO, ES PURA DINAMITA:

El tercer siervo es condenado sólo por preocuparse de conservar el talento, sin arriesgar nada más, nos recuerda que seguir a Jesús es mucho más que conservar unas normas, ritos o moralidad pese a todo y pese a todos.
Ese tercer siervo nos enseña:
- vivir es moverse, y moverse lleva riesgo. Quien no anda y busca es porque ya lo tiene todo. Son muertos vivientes, y así retrata al amo como duro; Dios es juez más que padre.
- Justifica su actitud fundada más en el miedo que en la pereza. La confianza de su amo le produce miedo, mata su libertad y creatividad. Ni la Iglesia, ni sus comunidades, deben caer en ese error. No tenemos la responsabilidad de congelar el Evangelio para las generaciones futuras, sino hacerlo operativo sin miedo, sembrarlo, no adorarlo como pan sino comerlo.
- Enterrar nuestra fe, con el mero cumplimiento de obligaciones, ritos rutinarios o apelando a la intimidad es la condena de Jesús. Hay que vivir la fe, alimentarla, y contagiarla. Lo peor es no hacer nada.

Parece que en algunos ambientes de nuestra Iglesia siempre llevan por bandera la prudencia, aunque siguen al más imprudente de los hombres, gritando lo que no hay que hacer, el es mejor no pasarse, como si el no llegar nunca fuese una virtud. MEJOR EQUIVOCARSE QUE DISECARSE. P´alante

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