En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: - «Había un hombre
rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día.
Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y
con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros
se le acercaban a lamerle la llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y los
ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo
enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando
los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre
Abrahán, ten piedad de mi y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y
me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas. " Pero Abrahán le
contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su
vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además,
entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar,
aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta
nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a
Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su
testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento."
Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los
escuchen." El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va
a verlos, se arrepentirán." Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés
y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto."»
EL EVANGELIO NO ES UN
SOMNÍFERO, ES PURA DINAMITA:
El Evangelio una vez más, nos viene al pelo para analizar bajo su
prisma la realidad que acontece en nuestro mundo. Me ha pasado como al gran
Ventura, esta mañana nada más despertar y al poner la cadena SER, lo primero que he oído ha sido la medida
tomada por el sin vergüenza y botarate que tienen por alcalde en Valladolid: Se
multará a aquellos que ejerzan la mendicidad en las calles…es increíble, pero más
increíble es que los argumentos que da son dos, el primero, para que no se
amedrente a las personas mayores, y segundo, para evitar accidentes en la vía pública…desgraciadamente
no es chiste, es la realidad de alguien que ejerce de dictador y que ataca a
nuestros valores. No se quiere a los pobres, ni siquiera en nuestras calles…denunciamos
esta medida y lo hacemos desde el evangelio de Jesús que opta de manera
preferente por ellos. Ojo, que a mí esta misma tarde me han propuesto ir a
Valladolid y ponernos a pedir en la plaza mayor, y la que me lo ha dicho no va
de farol…es evangelio con patas, aunque lleve casco en la cabeza y sea
directora de colegio…En fin, que si Lázaro volviera, no tendría sitio ni para
pedir…
Mientras a los pobres se les multa y se les estigmatiza como
peligrosos, los ricos que visten de púrpura y lino se dan una vida de miedo, llena de lujos y
desmanes que es una vergüenza pública. Hoy también ha sido noticia que Amancio
Ortega, el dueño de Zara, es la quinta persona más rica del mundo con 28 mil
millones de euros…que mal repartido está el mundo desde el primer mes de enero.
Ahora, que ya lo dijo San Jerónimo, hace mucho tiempo, “el que es rico, es ladrón
o hijo de ladrón”…ya daban caña los santos padres, jejeje. Esto tiene que
hacernos pensar en nuestra opción radical y flagrante a favor de los pobres, no
solo como Iglesia, sino personalmente, cada uno de nosotros: ¿Nos gusta lo de
la púrpura, el lino y los banquetes?...o ¿apostamos por la pobreza que no
vende, por los últimos puestos y por tanto nos oponemos a lo otro?...no cabe la
duda, ni la vacilación en este tema, es demasiado serio como para dudar en
nuestra opción de vida. Optar por los pobres es ponerse de su lado y contra su
pobreza y marginación, y la opción que se haga por los ricos deberá ser ponerse
del lado de sus personas pero contra su lucro y privilegios. Si no es así
estaremos prostituyendo una vez más el mensaje de Jesús. Cómo vamos a decir que
todos somos hermanos de un mismo Padre si cada uno está en su lugar social, unos
pasándolo muy bien y otros pasándolo muy mal. Es cierto que el mensaje de Jesús
y su salvación es universal, pero pasa por un camino que es innegociable: el reconocimiento efectivo del prójimo como igual,
como hermano. Y esto
con todas las consecuencias, porque nadie es igual cuando se ve obligado a
vivir de forma tan diferente. Balancearse, y hacer equilibrios entre una y otra
clase social es dar el nombre del Padre a la mentira y la blasfemia. Y los
ricos, en cuanto ricos, siempre se excluyen del Reino de Jesús que es sinónimo
de pobreza, humildad y sencillez.
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